UN MOMENTO CON DIOS
Verdaderamente libres
“y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres”, (Juan 8.32)
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”, (Juan 8.36)
Libertad según el diccionario
se define como la capacidad del ser humano de actuar según sus valores,
criterios, razón y voluntad. Pero hoy en día hay carencia de buenos valores, de
criterios honorables, de pensamientos puros y finalmente el ser humano ha caído
en las prisiones del pecado, que son más crueles que las rejas físicas de una
cárcel.
Muchos están tras las rejas
del alcoholismo, la drogadicción, las pasiones deshonestas, adulterio,
fornicación, iras, odio, rencores, violencia, orgullo, vanidad, envidia,
pereza, mentira, etc. La Biblia nos dice: “Porque vosotros, hermanos, a
libertad fuisteis llamados” (Gálatas 5:13).
Es lamentable que los
creyentes no gocemos de la verdadera libertad que nos da Cristo, a la cual
fuimos llamados, y busquemos justificaciones a nuestra propia prisión, pues
comúnmente culpamos a los demás de todo cuanto hacemos o de todo cuanto nos
sucede.
Es cierto que tenemos una
naturaleza pecaminosa, dada a los placeres del mundo y por dondequiera que
vamos nos encontramos con tentaciones e inmoralidad vergonzosa, pero la Biblia
nos dice que debemos huir de ello, y si es Cristo quien nos da la verdadera
libertad, acerquémonos a Él y recibámoslo como nuestro único Salvador y si ya
lo recibimos vivamos en intimidad con Él, pues sólo en su presencia podemos ser
llenos del Espíritu de Dios y ser vasos de honra, santificados, y útiles a
Dios: “Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para
honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo
2.21)
Hermano, Cristo nos compró con
un altísimo precio para darnos la libertad, y vivir una vida abundante, sólo
permanezcamos constantes, su Palabra dice: “Estad, pues, firmes en la libertad
con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud” (Gálatas 5. 1).
Recordemos que nuestros
pecados han sido lavados con la sangre derramada en la cruz para que vivamos
verdaderamente libres, separados del mal en el mundo y del
pecado.
Dios les bendiga
abundantemente.
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