UN MOMENTO CON DIOS
La ceguera del orgullo
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. (Santiago 4. 6)
El espíritu de orgullo viene
desde que satanás pecó y su corazón se enalteció en contra de Dios. Dice la
Biblia: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu
sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los
reyes te pondré para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades y con la
iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego
de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a
los ojos de todos los que te miran”. (Ezequiel 28.17-18) Por tanto, una persona
que camina con orgullo, puede caer en cualquier pecado. El máximo grado del
orgulloso es considerar que uno no le debe nada a Dios, que no necesita su
ayuda en absoluto.
Desde ese entonces, la
humanidad ha sido controlada e influenciada por el espíritu de orgullo, unos en
mayor nivel que otros. Uno de los efectos que provoca la acción de este
espíritu es la ceguera espiritual. la cual se refleja en testarudez, y dureza
de corazón y la única manera de vencer este espíritu de orgullo es con la ayuda
de Dios, Jesús dijo, porque separados de mí nada podéis hacer.
El comienzo de la humildad es
reconocer nuestras limitaciones, doblegar nuestra cerviz y decidir tener
absoluta dependencia de Dios. Es reconocer que necesitamos establecer una
relación personal con Cristo el Salvador, a través de la oración y su Palabra.
Si nos cuesta trabajo someternos
a Jesús, recordemos que: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes. (Santiago 4. 6)
Todos anhelamos gracia y
bendición, queremos el favor de Dios, entonces dejemos que Cristo impregne su
carácter manso, humilde y apacible, caminemos en su presencia, abramos nuestro
corazón para que Él habite en nosotros y que Él gobierne nuestra vida.
Dios les bendiga
abundantemente.
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