viernes, 13 de octubre de 2023

Un momento... La gratitud ante el milagro

 


UN MOMENTO CON DIOS

La gratitud ante el milagro

                                                                                                                          

“Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. Y comieron todos, y se saciaron. Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces. Y los que comieron eran cinco mil hombres”. (Marcos 6. 41 – 44)

 

Es fundamental administrar bien todo lo que Dios nos da. Recordemos que Adán no administró bien lo que Dios le entregó, ¿por qué? Porque no siguió el mandamiento de Dios.

Pensó que podía hacerlo mejor por su propia cuenta (sin Dios). Creyó que era posible quebrantar las leyes divinas, y salir bien librado. Cristo es también llamado el postrer Adán, quien vino a restaurar las incorrectas acciones del primer Adán. En este pasaje vemos cómo Jesús sigue la dirección divina la de su Padre Celestial.   

Es necesario reconocer que Dios es nuestro proveedor. Jesús recibió lo que los discípulos habían encontrado (cinco panes y dos peces), y “miró al cielo” señal de reconocimiento, de dependencia, de adoración. El salmista lo dijo así: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro de Jehová que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121. 2).

Cuando nuestros ojos están en él, nunca seremos decepcionados.  

El Señor Jesús “bendijo” los cinco panes y los dos peces, o como dice en otras versiones: “dio gracias a Dios”. La ingratitud nos aleja de la bendición divina, Israel por el desierto continuamente se quejó y murmuró, se quejaron por el camino que les había tocado, por la provisión del maná, por la escasez de agua, por los enemigos encontrados en el desierto, por el líder que Dios había puesto.

Aquí vemos a nuestro Maestro, a Jesús, dando gracias, aunque en primera instancia no era suficiente para todos, aunque pudo haber dicho a sus discípulos: “muchachos esperaba algo más”, no se quejó, sino que dio gracia.

Aprendemos aquí que los milagros están precedidos de la gratitud. Sí el quejarse, murmurar, preocuparse, o angustiarse, solucionara los problemas no habría dificultades en el mundo. Al observar la Escritura, vemos que Dios nos enseña a ser agradecidos en todas las circunstancias, aún en las difíciles, pues esto nos ayuda a tener una perspectiva diferente.

Veremos los problemas como una oportunidad para crecer, para conocer más a Dios, para avanzar hacia el propósito divino. Miles de personas aquel día fueron testigos de uno de los más grandes milagros en el ministerio terrenal de Jesús, pues se alimentaron 5.000 varones sin contar mujeres y niños, habían seguido y buscado a Jesús, y él no los decepcionó.

Nuestro corazón debe ser agradecido con Dios en todo momento, y más bien debemos caminar con él para ver su obra sobrenatural, pues quienes le siguieron a este lugar de Galilea fueron testigos y bendecidos por los milagros y las palabras de vida del Señor Jesús.

Dios les bendiga abundantemente.

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