UN MOMENTO CON DIOS
Amor al prójimo
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” (Filipenses 2. 3 – 4)
¿Cómo demostramos el amor a nosotros
mismos? Según la Palabra de Dios, el amor verdadero viene de Dios, cuando por
fe en Cristo, él coloca en nosotros su Espíritu, que nos da la capacidad de
amar, de tener dominio propio y vencer todo temor. (2 Timoteo 1. 7)
Una forma práctica de
demostrar el amor a Dios y el amor al prójimo es no entrar en contiendas. Es
decir, al obedecer a los deseos de la carne, nos dejamos llevar en muchas
ocasiones, por discusiones, tratando de imponer nuestra razón sobre el otro,
pero terminamos ofendiendo a nuestro prójimo y eso no edifica, sino que
destruye.
A esto se refiere la Biblia,
cuando nos dice que “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”
(Efesios 4. 29)
Estas palabras corrompidas no
son necesariamente insultos o palabras groseras, sino aquellas que se dicen sin
amor, sin amabilidad, aquellas que no edifican, que se dicen por contienda, al
final, por querer ganar una discusión. En este contexto, el mejor acto de amor,
es callar.
Así que, pongamos en práctica
Filipenses 2. 3 - 4, estemos atentos a cada situación donde podamos poner en
práctica la enseñanza de no contender con el prójimo, y reflexionemos en qué
situación fallamos, en aplicar este principio. Si lo colocamos por obra,
seremos grandemente edificados, así como será bendecido y amado nuestro
prójimo.
Dios les bendiga
abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario