martes, 10 de octubre de 2023

Un momento... Nuestra profesión forma parte del plan de Dios

 


UN MOMENTO CON DIOS

Nuestra profesión forma parte del plan de Dios

“Me es necesario hacer las obras del que me envió…” (Juan 9. 4)



Nos sentiremos mucho más realizado cuando entendamos que nuestra profesión es parte fundamental de la voluntad de Dios para nuestra vida. Jesús predicaba y sanaba, ese era el “trabajo” encomendado por Su Padre. Y así lo debes ver tú. En lugar de considerar la iglesia como un lugar donde nos encontramos con Dios los domingos por la mañana, mirémosla como un lugar donde recibimos alimento y fuerzas para llevar con nosotros la presencia de Dios a nuestro ámbito profesional. “Y todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él” (Colosenses 3. 17)

Resaltemos dos términos:
1) De palabra. Eso tiene que ver con las áreas de la comunicación y la información.
2) De obra. Eso está relacionado con las áreas de la creatividad y la construcción. Hagamos lo que hagamos, que sea con corazón agradecido, como si el Señor fuera nuestro jefe, porque lo es.
Cuando trabajamos con esa actitud, cobras nueva vida. Algunos cobran vida cuando tocan un instrumento musical, otros cuando dirigen un equipo, otros al aconsejar a alguien que está dolido, otros cuando analizan una hoja de cálculo. Cuando cada uno hace lo que Dios le encomendó, el mundo en que vivimos se enriquece. Toda dote y habilidad ha sido dada por Dios; hemos sido invitados a vivir en comunión consciente con el Espíritu Santo en nuestra profesión a fin de desarrollar los dones que Él nos ha dado. El trabajo es una expresión de amor. No podemos ser totalmente humanos si no nos dedicamos a algo de valor.
“…Hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús…” (Colosenses 3. 17)
Según ciertos estudios, los mejores momentos de la vida no los aportan ni el ocio ni el placer. Esos momentos llegan cuando estamos inmersos en una labor importante y compleja en la que usamos nuestras mejores capacidades. Es ahí, cuando estás tan metido de lleno en la actividad, tan concentrado, que el tiempo no cuenta y la tarea no parece requerir duros esfuerzos.
Se han realizado muchos estudios en los últimos treinta años con cientos de miles de personas para explorar este fenómeno. Si nos quedamos sentados no lo vamos a experimentar.
 Por eso escribió el salmista “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican…” (Salmo 127. 1)

Somos conscientes del proceso, pero sin sentirnos cohibidos; somos llevados al límite de nuestros conocimientos y aptitudes, pero no estamos estresados ni preocupados. Nos entregamos por completo al cometido y este forma parte de nosotros. A ese estado le llamamos “corriente”, porque quienes lo viven a veces usan la metáfora de ser arrastrados por algo exterior a ellos.

En Génesis Dios nos dice que tenemos que “señorear” sobre la tierra, o “ejercer dominio” (véase Génesis 1. 26, 28). Solemos pensar que esos términos significan “controlar” o “mandonear”. Pero el verdadero concepto es que tenemos que invertir nuestras capacidades para crear cosas de valor en la tierra, debemos plantar, edificar, escribir, organizar, sanar e inventar formas en las que bendecir a los humanos y hacer que florezca el Reino de Dios en la Tierra.

Dios les bendiga abundantemente.

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