UN
MOMENTO CON DIOS
Los
tiempos de Dios
“Te pido que te acuerdes de mí y me hagas un favor cuando las cosas te vayan
bien. Háblale de mí al faraón, para que me saque de este
lugar.” (Génesis 40.14)
¿Cuántas
cosas serían diferentes hoy en día si fuéramos capaces de manipular los tiempos
a nuestro gusto? Para muchos cristianos la respuesta a nuestras oraciones sería
inmediatas. Sin embargo, vez tras vez cuando una respuesta ha tardado en
llegar muchos hemos aprendido que el tiempo que tardó fue en realidad un
proceso a través del cual Dios quería enseñarnos la madurez y el carácter que
necesitaríamos para recibir esta petición, disfrutarla y no dejarla ir. Los
tiempos de Dios suelen ser muy diferentes a los nuestros. Él ve toda la foto
completa mientras nosotros solamente vemos una pequeña porción de todo lo que
sucede desde nuestra limitada vista humana, Él puede ver todo el tiempo con una
sola mirada. Él sabe lo que hubo antes en nuestra vida, exactamente lo que
sucede en lo profundo de nuestro corazón en este momento y tiene bien claro lo
que vendrá en el futuro, con toda esta información y todo el amor que nos
tiene, escoge hacer Su voluntad perfecta, en Su tiempo perfecto en nuestras
vidas, aún y cuando nosotros no siempre estamos de acuerdo con sus tiempos.
El plan
perfecto y detallado de Dios seguía en marcha en la vida de José, los
siguientes “personajes” en entrar a escena fueron el copero y el panadero del
rey. En sus tiempos y maneras perfectas Dios orquestó que la molestia del
faraón con sus funcionarios lo hiciera mandarlos exactamente a la cárcel donde
estaba José y no solo eso, sino que además fueron asignados por el capitán de
la guardia a José. Una vez más estaba sucediendo un evento en la vida de José
que sería clave para su futuro sin que él tuviera la más mínima idea.
Porque
ciertamente no es fácil pasar experiencias tan duras y más cuando vienen una
tras otra. Cualquiera de nosotros elegiríamos terminar con las pruebas y
aflicciones lo antes posible si estuviera en nuestras manos el hacerlo. Sin
embargo, esa cárcel no era un castigo para José, Dios no lo había puesto ahí
porque José mereciera estar ahí, ¡Dios lo tenía ahí porque lo amaba!
¡No
todas las pruebas o aflicciones que Dios permite son para castigarnos o porque
las merezcamos! Si algo merecíamos era la muerte eterna y vino a la cruz para
salvarnos.
Esos
momentos están ahí porque Dios está probando y formando nuestro corazón. Dios
tiene un tiempo para contestar todas nuestras oraciones que vayan de acuerdo a
su voluntad, tiene planeada la sanidad y restauración que necesitamos nos está
formando para un día usarnos en sus propósitos eternos, y cuando esto último
suceda seremos las personas más felices, plenas y realizadas sobre la faz de la
tierra. Ningún tiempo de espera parecerá ya largo, ningún dolor del pasado
tendrá efecto sobre nosotros y ningún hecho del presente o del futuro nos podrá
alejar del amor de Dios.
¡Hay un
tiempo para nuestra vida! Dios lo cumplirá, utilizará personas, eventos y
experiencias para prepararte y la manera en que nuestro corazón reaccione será
determinante para que este tiempo no tarde en llegar.
Dios
les bendiga abundantemente.
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