UN MOMENTO CON DIOS
La Brújula de Dios para
nuestra vida.
“No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal” (Proverbios 3. 7)
Es importante depender de la
Palabra de Dios como nuestra brújula a lo largo de la vida. Obedecer las
instrucciones del Señor cambiará nuestra conducta y desafiará nuestras
actitudes, deseos y pensamientos. El Señor nos lleva a tener otra perspectiva
de nosotros mismos, e incluso de las dificultades que enfrentamos.
Por naturaleza, queremos
determinar nuestro rumbo en la vida. Eso nos parece ser el único camino
lógico para llegar adonde queremos ir. Pero ser sabios a nuestros propios ojos
es orgullo. Para enfrentar esta tendencia, el Señor nos dice que le temamos y
nos apartemos del mal: “No te creas demasiado sabio; honra al Señor y
apártate del mal “(Proverbios 3. 7). Este “temor” no es miedo al
Padre Celestial, sino una actitud de respeto que nos motiva a obedecerlo, tanto
por nuestro bien como para su gloria.
Por naturaleza, queremos
guardarnos todo nuestro dinero. El deseo de vivir mejor y el temor a no
tener suficiente nos llevan a aferrarnos a todo lo que ganamos. Pero nuestra
brújula nos lleva a honrar a Dios dándole la primera parte de lo que tenemos,
con confianza en que ÉL suplirá nuestras necesidades: “Honra al Señor con
tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas; así se llenarán a
reventar tus graneros y tus depósitos de vino” (Proverbios 3. 9 - 10)
Por naturaleza, no nos gusta la
disciplina de Dios. Su dolorosa corrección parece implicar que no nos ama.
Pero nuestro Padre Celestial dice que Su disciplina es evidencia de Su amor y
deleite en nosotros como sus hijos: “No rechaces, hijo mío, la corrección
del Señor, ni te disgustes por sus reprensiones; porque el Señor corrige a
quien él ama, como un padre corrige a su hijo favorito.” (Proverbios 3. 11
- 12)
A veces, por nuestro deseo de
seguir al Señor, nos enfocamos en los actos de obediencia, haciendo lo que ÉL
dice, pero olvidamos Sus instrucciones en cuanto a nuestras actitudes y maneras
de pensar.
Para mantenernos en el camino
de Dios, debemos corregir el rumbo, no sólo de nuestra conducta sino también de
nuestro corazón y nuestra mente.
Dios les bendiga abundantemente.
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