UN MOMENTO CON DIOS
Escuchar a Dios
“Haz tuyas mis palabras, hijo mío; guarda en tu mente mis mandamientos.” (Proverbios 2. 1)
Los psicólogos se refieren a
un fenómeno conocido como disociación para describir un estado mental en el que
alguien vive en dos mundos al mismo tiempo. Es posible que algunos lo hayamos
experimentado en su forma más leve al conducir. Mientras nuestros pensamientos
divagan, pasamos de largo nuestra parada sin notarlo, y viajamos varios
kilómetros antes de reconocer nuestro error.
Como cristianos, a veces
sufrimos de disociación espiritual. Con buenas intenciones, abrimos nuestras
Biblias y empezamos a leer solo para darnos cuenta, después de haber leído
varios versículos, de que no tenemos idea de lo que acabamos de leer. Aunque Dios
estaba hablando, no escuchábamos Su voz. Por lo general, esta situación puede
remediarse al volver a leer con concentración, pero hay veces cuando no
escuchamos a Dios por razones más serias.
A veces, la incapacidad de
escuchar al Señor es resultado de inmadurez espiritual, pero también podría
indicar un peligroso estado de indiferencia espiritual o, peor aún, de
rebeldía. En ese estado, corremos el riesgo de llegar a ser como el hombre que
endurece su cerviz después de mucha reprensión, y de repente es destruido y sin
remedio: “El que se pone terco cuando lo reprenden, pronto será destruido
sin remedio.” (Proverbios 29. 1)
No nos ocultemos de Dios. El Señor
es un Padre amoroso que nos habla para apartarnos del mal y traernos de regreso
a ÉL. Su propósito es transformarnos de niños obstinados que necesitan control,
a seguidores maduros que puedan ser aconsejados con una simple palabra o con un
poco de presión.
Cuanto más receptivos nos
volvamos a las instrucciones de Dios,
más experimentaremos Su
misericordia y el gozo de la obediencia y la santidad.
Dios les bendiga
abundantemente.
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