miércoles, 9 de agosto de 2023

Un momento... Cuando no escuchamos a nuestra conciencia

 


UN MOMENTO CON DIOS

Cuando no escuchamos a nuestra conciencia

 

 “Timoteo, hijo mío, te doy este encargo para que pelees la buena batalla con fe y buena conciencia, conforme a las palabras proféticas pronunciadas anteriormente sobre ti. Algunos, por no haber hecho caso a su conciencia, han fracasado en su fe.”  (1 Timoteo 1. 18 – 19)

  “Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe, siguiendo a espíritus engañadores y enseñanzas que vienen de los demonios.  Harán caso a gente hipócrita y mentirosa, cuya conciencia está marcada con el hierro de sus malas acciones.”  (1 Timoteo 4. 1 – 2)

 

¿Hemos tomado alguna decisión en los últimos tiempos que nuestra conciencia no nos habría permitido en el pasado? Si es así, es posible que nos hayamos vuelto insensible, lo cual es peligroso.

Dios nos ha dado un sentido interno de lo bueno y lo malo para que lo usemos junto con la guía del Espíritu Santo a la hora de tomar decisiones. La conciencia sirve como un “sistema de alarma”, que interviene cuando un cristiano está a punto de tomar parte en una conducta pecaminosa. De esa manera, ofrece protección. Pero el pecado puede alterar la sensibilidad del sistema.

El proceso dañino comienza si elegimos desobedecer, y después nos negamos a ocuparnos de nuestra rebelión. La conciencia nos avisa una y otra vez, pero con el tiempo se silenciará y se volverá ineficaz si persistimos en ignorar la señal de peligro. Cuando eso sucede, ya no hay señales del corazón que nos dirijan de regreso a la vida de santidad, en otras palabras, la conciencia se ha cauterizado.

Esta situación es similar a quitar todos los semáforos de una intersección muy transitada: es una receta para el desastre. Si ésta es nuestra situación, arrodillémonos y arrepintámonos; sumerjámonos en la Palabra de Dios y en oración. Una conciencia sana bien vale el esfuerzo.

¿Funcionan bien nuestras señales internas o se han apagado?

No esperemos más. La Palabra de Dios nos advierte que tenemos un enemigo real que desea alejarnos de la vida de santidad y llevarnos a la destrucción. Dios usa una conciencia limpia para guiarnos, protegernos y conducirnos a Su luz y paz.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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