LECTURA DIARIA:
Números capítulo 36
Este capítulo sirve como una especie de apéndice a todo el libro, al preservar la integridad de cada una de las tribus como una entidad única.
La intención de Dios era que su pueblo tenga la tierra prometida como su posesión perpetua. Cada tribu, clan y familia recibiría su porción de la tierra, que era su heredad. Este era el propósito de la ley del año de jubileo en Levítico 25.
Se toma en cuenta el hecho de que habría situaciones cuando una familia pudiera vender el uso de la tierra a causa de una necesidad apremiante. Pero por lo menos cada 50 años, los terrenos debían ser devueltos a la familia a la cual fueron asignados originalmente.
Los jefes del clan de Galaad, parte del clan de Maquir de la tribu de Manasés, citan la regla que permite que las hijas de Zelofehad heredaran la porción de su padre. Pero si estas hijas se casaban con hombres de otras tribus, su heredad pasaría a la tribu de su marido. Entonces se anularía el principio de repartir a cada tribu su propia porción de la tierra como su herencia perpetua.
Esta disposición se aplicaba solamente a las hijas que heredaban propiedades bajo las estipulaciones
Moisés, al escuchar el problema, consulta con Dios como siempre. Recibe la respuesta de que las hijas de Zelofehad debían casarse dentro de su propia tribu.
Como en el caso del pedido de las hijas de Zelofehad, este caso particular establece un precedente que se observa como regla general, cualquiera hija que poseía una heredad debía casarse dentro de su clan y tribu para que cada tribu quedara ligada a su propia heredad.
Las hijas de Zelofehad obedecieron esta regla y el problema quedó resuelto.
El libro de Números cubre treinta y nueve años y cierra con los israelitas establecidos cerca de las márgenes del río Jordán con la tierra prometida a la vista. Los peregrinajes en el desierto habían llegado a su fin, y el pueblo se preparaba para su próximo gran paso, la conquista de la tierra.
El apóstol Pablo dice que los acontecimientos registrados en Números son ejemplos que previenen a los cristianos y los ayudan a evitar cometer los mismos errores que los israelitas. De sus experiencias podemos aprender que la incredulidad es desastrosa. También aprendemos a no desear los placeres pecaminosos del pasado, a evitar las quejas, y a permanecer alejados de toda forma de liviandad.
Si decidimos permitir que Dios guíe nuestras vidas, no debemos pasar por alto el libro de Números.
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