sábado, 8 de octubre de 2016

Leyendo... Números capítulo 31


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LECTURA DIARIA:
Números capítulo 31

Este capítulo completa el relato de Balaam, los moabitas y los madianitas, que comenzó con la entrada de Israel a los campos de Moab.

La narración consta de dos partes, un recuento de la batalla y regulaciones concernientes al reparto del botín. También se refiere a dos cosas, los que sobrevivirán entre los madianitas, y la purificación de los despojos dejados por la guerra. Incluye el mandato y una queja sobre la división del botín entre los guerreros, el pueblo, el sumo sacerdote, y los levitas como representantes del Señor.
Narra una ofrenda voluntaria en acción de gracias por la preservación de todos los combatientes del ejército israelita.
Los madianitas eran un pueblo nómada que descendían de Abraham y de su segunda esposa, Cetura. La tierra de Madián quedaba al sur de Canaán, pero grandes grupos de madianitas vagaban a muchas millas de distancia de su tierra natal en busca de pastizales para sus rebaños.
Uno de esos grupos estaba cerca de la tierra prometida cuando llegaron los israelitas. Cuando Moisés huyó de Egipto, se refugió en la tierra de Madián. Su esposa y su suegro eran madianitas. Pero a pesar de esta alianza, los israelitas y los madianitas fueron siempre grandes enemigos.
Los madianitas aparecen sólo como colaboradores en la historia de Balaam. Los moabitas son los participantes principales; no obstante, fue una mujer madianita quien, junto con un hombre israelita, trajeron la plaga.
La guerra santa fue dirigida por un sacerdote y no por un líder militar, quizás porque era una campaña de venganza por la profanación del tabernáculo.
Por ser los madianitas los responsables de inducir a Israel a adorar a Baal, Dios ordenó que Israel los destruyese. Pero Israel llevó cautivas a las mujeres, en lugar de matarlas, probablemente porque les resultaba tentador el estilo de vida pecaminoso de los madianitas.
Cuando los israelitas entraron después a la tierra prometida, su actitud de indiferencia ante el pecado fue la que a la larga los llevó a la ruina. Moisés trató con el pecado rápida y completamente.
Eleazar instruyó a la gente sobre los medios apropiados para purificar las distintas categorías de botín, después que Moisés había dado la orden inicial. Esto ofrece un ejemplo de cómo los sacerdotes debían instruir al pueblo en el cumplimiento de las disposiciones de Moisés.
Moisés dijo a los israelitas que repartieran una porción del botín de la guerra a cada uno. Otra porción era para la parte del pueblo que se había quedado atrás.
Después de un conteo de todos sus hombres, los oficiales descubrieron que ni un solo soldado se había perdido en la batalla. Inmediatamente, agradecieron a Dios.
Una milagrosa preservación de las vidas de los soldados motivó la presentación de una ofrenda especial a Dios. Su propósito era hacer expiación por los soldados que habían salvado sus vidas.

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