domingo, 2 de octubre de 2016

Leyendo... Números capítulo 25


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LECTURA DIARIA:
Números capítulo 25

El gran reto al que Israel se tenía que enfrentar y el problema más peligroso para Moisés y Josué no era el ejército armado de Jericó, sino la tentación sutil de formar alianzas con las religiones y culturas paganas de los cananeos.
La Biblia no menciona cómo los hombres israelitas se involucraron con la inmoralidad sexual. Sabemos que la prostitución sagrada era una práctica común entre las religiones cananeas. Quizás al principio no pensaron en adorar a los ídolos, sino en tener relaciones sexuales.
No pasó mucho tiempo sin que comenzaran a asistir a las fiestas locales y a las celebraciones familiares que incluían la adoración de ídolos. Pronto estuvieron metidos de pies y cabeza en las prácticas de la cultura pagana.
Baal era un nombre general para “señor”, y Peor para una “montaña” en Moab. El nombre verdadero del ídolo era Quemós, y sus ritos de culto eran celebrados con la más vergonzosa impureza. Al participar, pues, en esta fiesta, los israelitas cometieron la doble falta de idolatría y desenfreno.
Los príncipes del pueblo eran aquellos que debían ser ahorcados a la luz del sol. Esta era la primera parte del castigo, aparentemente dirigido a los máximos responsables de la apostasía.
Moisés mandó a los jueces, no sólo llevar a cabo la ejecución dentro de sus jurisdicciones respectivas, sino también imponer el castigo con sus propias manos.
El desenfreno era mucho, al punto de que un varón del pueblo llevó a los otros una mujer madianita, en una actitud desafiante, ante Moisés.
Con el valor del celo y la fe, Finees ejecutó la venganza en Zimri y Cozbi.
El acto de Finees hizo expiación para la nación de Israel; y el castigo divino cesó.
Por causa de esto, sus descendientes llegarían a ser los sumos sacerdotes de Israel. Fue así a lo largo de la historia del tabernáculo y del templo.

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