LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 2
Dios no había permitido que Israel confrontara ni con los edomitas, moabitas y amonitas. Dios protegió los límites de Esaú.
Por eso los israelitas rodearon las tierras de Edom, Moab y a Amón. Dios les dijo que no tomaran posesión de su tierra. Estas naciones les vendieron comida y bebida. Pero Dios les dijo que cuando pidieran a Sehón el amorreo que él les permitiera hacer lo mismo, éste no les dejaría pasar. Por eso, no debían tener miedo de pelear y conquistarlo.
Dios le permitiría a Israel conquistar y poseer la tierra que había pertenecido anteriormente a los moabitas. Los amorreos, bajo el liderazgo de Sehón habían expulsado a los moabitas de esta zona y habían conquistado su territorio.
Dios le había permitido desposeer a los moabitas, pero cuando ese rey dirigió su ataque contra Israel, fue muerto y sus fuerzas fueron dispersadas. Su ciudad capital cayó y el territorio fue entregado a Israel. Este episodio sería frecuentemente mencionado como un recordatorio para Israel de lo que Dios había hecho por ellos y se convirtió en una fuente de estímulo. Dios les estaba demostrando que estaba con ellos y que sería fiel a Sus promesas.
Para los estándares del mundo, el ejército de Israel no intimidaba a nadie, pero Israel tenía a Dios de su lado. Moisés no tendría que preocuparse más por sus enemigos porque sus enemigos estaban preocupados por él.
Un aspecto de la guerra santa era la total destrucción del enemigo y de todas sus posesiones, incluyendo a las mujeres y a los niños. Esta ley era llamada herem Según la ley de herem, Israel debía destruir por completo las ciudades del área conquistada para prevenir que se mantuvieran sus falsas religiones y para actuar como instrumento de Dios castigando a los cananeos por sus pecados.
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