sábado, 29 de octubre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 14


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 14

Israel no podía participar de las prácticas supersticiosas de los cultos cananeos por causa de su relación con Dios. El autor de Deuteronomio usa dos expresiones para describir esta relación de Israel con Dios: hijos de Jehová y pueblo santo. 
Por cuanto Israel era el hijo de Jehová y por cuanto el pacto establecía una relación especial entre Dios y su pueblo, ningún israelita podía hacer incisiones en su cuerpo en señal de luto. Cortar o arañar el cuerpo como señal de luto por una persona muerta estaba prohibido.
Como hijos de Jehová y pueblo especial, Israel no podía rapar sus cabezas por los muertos. La práctica de rapar la cabeza como señal de duelo era común en Israel, pero esta práctica estaba relacionada con el culto idolátrico. El pueblo escogido no podía ser contaminado con los rituales dedicados a los ídolos y con las prácticas supersticiosas que estaban relacionadas con el culto de los muertos.
Este capítulo presenta una lista de los animales que el pueblo podía comer como parte de su dieta normal y una lista de aquellos animales que eran considerados impuros y, por lo tanto, eran abominables y no podían ser comidos. La palabra abominable describe una práctica religiosa que no es agradable a Dios. Esto significa que la lista era una clasificación religiosa de los animales puros e impuros.
Algunos animales son clasificados impuros porque estaban relacionados con los cultos paganos. Otros, como el cerdo y los animales que se alimentan de carne de animales muertos, son clasificados impuros por motivos higiénicos.
La primera categoría de animales que los israelitas podían comer están enumerados son animales cuadrúpedos, los que tienen la pezuña partida y que rumian. También se mencionan los animales que no se podían comer. Los tres primeros animales mencionados, el camello, la liebre, y el conejo no se podían comer porque rumian pero no tienen la pezuña partida.
La segunda categoría de animales limpios e inmundos son los animales acuáticos. Los animales acuáticos que se podían comer eran los que tenían aletas y escamas. Los animales acuáticos que no tenían aletas ni escamas eran considerados inmundos y no se podían comer.
La tercera categoría de animales clasificados como puros e impuros son las aves. Los israelitas podían comer toda ave limpia, pero el texto no menciona cuáles son las aves limpias. Las aves limpias e inmundas son divididas según el tipo de alimentación de cada grupo. Las aves rapaces se alimentan de carne de animales muertos con su sangre. Estas aves no podían ser comidas ni presentadas en sacrificios en el templo. La lista de aves impuras incluye todas las aves carnívoras que se alimentan de la carroña y que habitan en ruinas. La lista de animales impuros incluye también los insectos alados. La ley de los animales inmundos en habla de los insectos alados “que se desplazan sobre cuatro patas”. Estos insectos son inmundos porque caminan por material en el proceso de descomposición. El forastero o un extranjero podían comer de tal carne porque ellos no eran parte de la comunidad unida a Dios por medio del pacto.
El Señor demandaba la décima parte de la producción anual de cada familia o individuo. Porque la mayoría de los israelitas dependían del campo para su existencia, la ofrenda presentada a Dios incluía grano, viñas, aceite, animales y de todo lo que un individuo producía. Los diezmos se presentaban delante de Jehová y en el lugar que él había escogido para hacer habitar allí su nombre. En el templo el adorador consumía sus diezmos con su familia y con los levitas. Considerando que una familia no podía comer la décima parte de la cosecha, el adorador y su familia comían una parte de la ofrenda y dejaban lo demás para el sostén de los sacerdotes. El propósito de esta cena ceremonial en el templo era para ayudar a cada israelita a renovar su relación personal con Dios.
La presentación de los diezmos en el templo era una ocasión de gran celebración y un acto de adoración en honor a Jehová. El pueblo de Dios reconocía que la abundancia de sus ofrendas era una demostración visible de las bendiciones que Jehová había dado a Israel. La entrega del diezmo era en reconocimiento de que Jehová era el Dios de Israel, Señor de la tierra y Señor de la cosecha.
La presentación del diezmo en el templo no eliminaba la responsabilidad que cada israelita tenía de proveer para el sostén de los levitas y de las personas pobres e indigentes que vivían en la comunidad de Israel. Los levitas no tenían propiedad y vivían a la merced de la comunidad.

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