miércoles, 19 de octubre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 4

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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 4

Después de proclamar los poderosos hechos de Dios a favor de Israel, en una reseña histórica que resume los eventos desde la experiencia del pueblo con Dios en el monte Sinaí hasta la llegada de Israel a la tierra de Moab, Moisés exhorta al pueblo a obedecer las demandas del pacto. La exhortación de Moisés es una apelación a la memoria de Israel. Como un pueblo unido a Dios por el pacto, Israel goza de una situación privilegiada. Israel fue llamado para proclamar el amor y la gracia de Dios a las naciones. Moisés, ahora, exhorta al pueblo a cumplir su destino como pueblo especial de Dios. Israel debía ser fiel al pacto con Dios por causa de la gran revelación del Dios de los padres en el monte Sinaí. La relación entre Dios e Israel está basada en la promesa de obedecer todas las demandas del pacto, por lo tanto, Israel debía ser obediente a Dios, debía evitar la idolatría y debía ser fiel a la Ley de Dios.
La Ley de Dios no era solamente leyes escritas en tablas de piedras; era una guía necesaria para ayudar a Israel a vivir en Canaán como pueblo de Dios y evitar las prácticas inmorales de los cananeos.
Moisés exhorta al pueblo a no añadir a las palabras de sus enseñanzas. Israel tenía solo que obedecer las leyes y los decretos de Jehová. El resultado de la desobediencia era muerte.
Moisés presenta la apostasía de Israel en Peor como una ilustración vívida de la consecuencia de la desobediencia.
La obediencia de Israel será una señal para las otras naciones.
Israel tenía que ser diferente de las demás naciones. Por medio del pacto, Israel conocía la naturaleza de Dios.
Moisés termina su primer sermón con una apelación a la memoria colectiva de la nación. El recurre a la experiencia de Israel en los eventos del éxodo para afirmar la necesidad de ser fiel a Dios y obedecer las demandas del pacto.
Moisés había decretado que seis ciudades en Israel serían consideradas ciudades de refugio: tres ciudades serían establecidas en Canaán y tres al otro lado del Jordán. El propósito de las ciudades de refugio era abrigar al homicida involuntario, aquel que mate a su prójimo por accidente, sin haberle tenido previamente aversión. Cuando un crimen de muerte era cometido en Israel, la responsabilidad del castigo del criminal era generalmente colocado en manos de la familia de la víctima. Pero cuando un crimen de muerte era cometido sin intención, la ley israelita proveía un santuario hacia donde el criminal podía huir y allí vivir, evitando así la venganza de la familia por el crimen cometido.
La primera ciudad de refugio, Beser, fue establecida en el sur, en el territorio de Rubén. La segunda ciudad, Ramot, fue establecida del otro lado del Jordán en la región de Galaad, en el territorio que pertenecía a Gad. La tercera ciudad, Golán, estaba ubicada en el norte en el territorio de la media tribu de Manasés.
En el segundo discurso Moisés confirma el seguro beneficio y las ventajas de la obediencia a Dios.

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