LECTURA DIARIA:
Números capítulo 35
Números capítulo 35
Este capítulo trata de la porción de los levitas que habían de recibir 48 ciudades, de las cuales seis serían de refugio. Las ciudades levíticas, y las de refugio mencionadas, corresponden a las que aparecen en Josué.
Los ejidos eran tierras de uso común, utilizadas principalmente para pastoreo. Pero lo más importante es que se indica que estas tierras no debían ser consideradas propiedad individual, sino entregadas en usufructo a todos los levitas de la ciudad.
Los levitas eran ministros. Se sostenían de los diezmos del pueblo que, además, les proveía de casas, rebaños y pastizales.
De las cuarenta y ocho ciudades dadas a los levitas por el pueblo, seis de ellas eran ciudades de refugio. Estas probablemente estaban bajo la supervisión de los levitas, ya que serían los jueces más imparciales.
Estas ciudades eran necesarias debido a que la costumbre antigua de justicia clamaba por venganza en la ocasión de la muerte de un pariente o ser amado. Los levitas sostenían una audiencia preliminar afuera de las puertas mientras el acusado era retenido en la ciudad hasta el momento de su juicio. Si el asesinato había sido accidental, la persona permanecía en la ciudad hasta la muerte del sumo sacerdote. Para ese entonces, se le daría la libertad, y podría comenzar una nueva vida sin preocuparse por los vengadores. Si no hubiera sido accidental, la persona era enviada a los vengadores de la persona asesinada. Este sistema de justicia muestra cómo la ley de Dios y su misericordia van tomadas de la mano.
La congregación era la autoridad legal que podía juzgar el caso.
El vengador de la sangre, era llamado así al que tenía la responsabilidad legal, que correspondía al pariente más cercano de la víctima, quien debía ejecutar al victimario.
Estaba implícito que el juicio se celebraba en el lugar donde vivía el victimario. Si éste era encontrado culpable de homicidio, se le devolvía a la ciudad de refugio hacia la cual había escapado.
La muerte del sumo sacerdote no era una referencia arbitraria. La muerte debía ser expiada con la muerte. Aparentemente, la muerte del sumo sacerdote reemplazaba la del homicida.
Si cualquiera moría por un acto de violencia, por lo general se asumía que la persona había sido asesinada, pero el sospechoso del crimen no era acusado automáticamente como culpable. Las ciudades de refugio aseguraban al acusado que se haría justicia. Pero si él o ella dejaban la ciudad, entonces serían considerados culpables y podrían ser matados por la parte vengadora. El pueblo no debía tolerar el pecado, sin embargo, debía ser imparcial hacia el acusado para que él o ella pudieran tener un juicio justo.
Las ciudades de refugio representaban la preocupación y provisión de Dios de justicia en una cultura que no siempre protegía al inocente. Es tan injusto pasar por alto malas acciones como concluir precipitadamente acerca de la culpabilidad de una persona.
Seis de las ciudades de los levitas fueron designadas como ciudades de refugio. Estaban distribuidas a lo largo de la tierra y protegían a aquellos que habían cometido accidentalmente algún crimen o que estaban esperando un juicio.
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