viernes, 28 de octubre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 13


La imagen puede contener: una o varias personas y texto
LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 13

La profecía y los sueños eran los medios normales que Dios empleaba para hablar con su pueblo, pero de ambos dones se podía abusar. 
Los verdaderos profetas tenían poder para ofrecer señales y hacer prodigios, pero también otras personas podían realizar tales cosas. Los dones y poderes de una persona no eran lo único que probaba su condición de verdadero profeta; por lo tanto, si alguien quería desviar la lealtad del pueblo de Dios hacia dioses ajenos, era un falso profeta.
Dios rechazaba de tal manera el culto de los falsos dioses que ordenó destruir completamente cualquier ciudad israelita culpable de tal práctica. Según su mandato, debían ser destruidos los falsos profetas (v. 5), los familiares (v. 9), o los habitantes de las ciudades (v. 12) que intentaran arrastrar a los israelitas hacia la idolatría.
Una ciudad que rechazaba completamente a Dios tenía que ser destruida para que no extraviara al resto de la nación.
Sus ruinas serían un monumento permanente de la justicia divina, y un faro de advertencia y terror para la posteridad.
Nada de despojos se tomarían de una ciudad entregada a la destrucción.
Toda criatura viviente tenía que ser puesta a la espada; todo lo que a ella pertenecía, debía ser reducido a cenizas, para que no quedara nada de ella sino su infamia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario