LECTURA DIARIA:
Números capítulo 27
Este capítulo continúa el relato sobre la preparación de una nueva generación como heredera de la tierra. En los versículos del 1-12 se aborda el problema de la falta de un heredero masculino y se establecen las normas sobre el derecho de herencia. La preparación de Josué como el próximo líder de la nueva generación es el tema de los versículos del 12-23
Un propósito del segundo censo era determinar el tamaño de la herencia asignada a cada tribu. Pero antes de entrar en la tierra, había que aclarar un principio importante en cuanto a la herencia de cada familia. Generalmente la propiedad de un hombre se dividía entre sus hijos varones cuando éste moría. Así la tierra quedaba con la familia como una herencia perpetua. Las hijas recibían una dote de su padre al casarse, y entonces pasaban a ser miembros de la familia de su esposo, compartiendo así su herencia.
Zelofehad de la tribu de Manasés no tenía hijos varones. Según la práctica tradicional, su propiedad pasaría a sus hermanos, tíos, u otros parientes varones. Pero las hijas de Zelofehad se quejan de que así el nombre y la memoria de su padre desaparecerían de Israel, y piden que ellas reciban la tierra que correspondería a su padre. Aunque no han entrado todavía en Canaán, ellas por la fe están anticipando la conquista de la tierra prometida y quieren conservar la porción que correspondería a su familia.
La ley del matrimonio levirático exigía que en tal caso el hermano del difunto se casara con su viuda para tener un hijo por ella que se contaría como hijo del difunto. Esta era una práctica muy antigua. Se sugiere que en este caso la mujer de Zelofehad había muerto también. Entonces la ley del matrimonio levirático no podía aplicarse. En vez de contradecir esta ley, el caso presentado aquí levanta un problema no cubierto por la ley.
Las hijas de Zelofehad llevan el problema a Moisés y el sumo sacerdote Eleazar. Moisés consulta con Dios y recibe la respuesta de que las hijas tenían razón.
Esta decisión no se aplicó solamente a las hijas de Zelofehad, sino que el derecho de las hijas de heredar la propiedad cuando no hay hijos varones llegó a ser un principio general de la ley en Israel.
Dios le recuerda a Moisés de que por su desobediencia en el asunto de sacar agua de la roca en Cades, no podrá entrar en la tierra prometida.
Moisés pide que Dios le señale un buen líder militar para el pueblo. Moisés se da cuenta de la necesidad de luchar para tomar la tierra prometida, y se da cuenta de que él ya no puede seguir como líder militar.
El pueblo necesitaba imperiosamente un líder para que no fuera esparcido y destruido como ovejas que no tienen pastor.
Josué ya había servido como ayudante fiel de Moisés; un líder militar en la guerra contra Amalec; y un ejemplo de coraje y fe. Al nombrarlo como sucesor de Moisés, Dios describe a Josué como un hombre en quien hay espíritu. Esto puede significar que era un hombre de valor y capacidad.
Josué debía consultar con el sumo sacerdote Eleazar para determinar la voluntad de Dios en cuanto a cuándo salir a la batalla y cuándo volver. Eleazar usaría el Urim, y Tumim, aparentemente piedras pequeñas usadas para determinar la voluntad de Dios. Josué no desarrollará las funciones sacerdotales como
Moisés a menudo hacía.
Josué fue instalado como líder en una ceremonia pública. Moisés impuso las manos sobre Josué para indicar clara y públicamente que éste era el sucesor elegido por Dios y por Moisés mismo.
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