LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 5
Este pasaje tiene como escenario el monte Horeb y como contenido clave el decálogo, que viene de Dios y llega al pueblo por la mediación de Moisés. El Horeb, la montaña santa o Sinaí (el nombre varía según las tradiciones), es el lugar del encuentro entre Dios y el pueblo. El lugar donde ambos habían sellado una alianza, donde Israel recibío los diez mandamientos o decálogo, esto es, la ley fundamental de la alianza. El decálogo aparece en estrecha relación con la salida de Egipto. Esto significa que, a la acción del Señor, que salva, ha de corresponder la acción del hombre, que acepta libremente la voluntad de Dios, expresada en los mandamientos.
Los primeros cuatro mandamientos declaraban las responsabilidades de cada miembro de la comunidad hacia Dios. Los otros seis mandamientos declaraban las responsabilidades de cada individuo hacia otros miembros de la comunidad.
Las palabras que Dios habló son los Diez Mandamientos o Decálogo. Moisés declaró que Dios había hablado las palabras y no añadió más.
Esto significaba que los Diez Mandamientos eran la voluntad básica de Dios para Israel. La voluntad de Dios fue revelada directamente al pueblo y presentada directamente a la congregación de Israel.
El pueblo de Israel había visto la gloria y la majestad de Jehová descender sobre el monte Sinaí en medio de las tinieblas, del fuego y los truenos. El pueblo tuvo miedo porque temía morir en la presencia de Dios. Los líderes de Israel, los jueces de las tribus y los ancianos vinieron a Moisés y pidieron que él fuera el mediador entre el pueblo y Dios. Estaban dispuestos a hacer todo lo que Dios demandara, pero no querían comunicarse directamente con Dios.
Moisés comunicó el deseo del pueblo a Dios y Dios aceptó la propuesta del pueblo. Dios hizo de Moisés el mediador del pacto y por medio de él dio a Israel las leyes y los mandamientos del pacto.
El deseo de ayudar a su pueblo a vivir una vida mejor afectó la decisión de Dios, pero el Señor sabía que sería difícil obtener la obediencia del pueblo. Dios despide al pueblo a sus tiendas. El regresar a la tienda significaba la conclusión de la reunión de la comunidad. Dios llamó a Moisés al monte para recibir las leyes y los decretos para guiar al pueblo en la tierra prometida.
Moisés termina la presentación de los Diez Mandamientos con una exhortación al pueblo. Declaró que la existencia de Israel en la tierra de Canaán dependía de la obediencia a las demandas del pacto.
La nueva generación israelita, que se preparaba para entrar en Canaán, tenía que aprender que la obediencia total a las leyes de Jehová era la única base para una vida larga y próspera en la tierra de la promesa.
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