sábado, 17 de febrero de 2024

Un momento... Cuando no se escucha a Dios

 


UN MOMENTO CON DIOS

Cuando no se escucha a Dios

 

"Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, DIOS nos ha dicho: 'No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.” (Génesis 3. 3)

 

Este versículo ofrece una imagen de lo que sucede cuando los creyentes no escuchamos a Dios. Eva conocía muy bien el mandamiento del Señor, que lo repitió casi literalmente a la serpiente. No obstante, el orgullo y los apetitos carnales se apoderaron de ella, y fue engañada. Dejó de escuchar a Dios, y abrió sus oídos a la voz equivocada.

Pensemos en las tantas voces que oímos en un día cualquiera. Los medios de comunicación, las vallas publicitarias y hasta los amigos y los familiares nos bombardean la mente con ideas y filosofías.

Oímos mensajes vanos e impíos envueltos en un lenguaje atractivo. Es fácil ser presa del engaño, a menos que tengamos siempre frente a los ojos y el corazón los preceptos bíblicos.

Eva se metió en problemas, sencillamente porque se detuvo mucho tiempo escuchando las palabras de la serpiente. Satanás modificó lo suficiente de quién era Dios de tal modo que pudo tentarla, alejarla de la verdad y llevarla al error. Le aseguró a Eva que, en vez de caer muerta, llegaría a ser como Dios: ¡sus ojos se le abrirían, y conocería la verdad!

En cierto sentido, las palabras del diablo eran correctas, pero falsas. Los ojos de Eva fueron abiertos, pero el conocimiento no fue tan maravilloso como insinuó la serpiente. Eva tuvo conciencia de su naturaleza pecaminosa y del abismo que se había formado entre ella y Dios. Además, su cuerpo físico sufriría la muerte como consecuencia de su pecado.

Cuando seguimos una conducta similar a la de Eva, lo que en realidad decimos a Dios es: «Muchísimas gracias por Tu consejo, pero haré las cosas a mi manera, y no como Tú quieres». Quizá no expresamos precisamente estas palabras, pero nuestras acciones reflejan ese mensaje. Debemos ser cuidadosos de cómo respondemos a la voz de Dios. ÉL anhela que lo busquemos y le permitamos poner en nuestra mente Sus pensamientos, para que podamos decidir correctamente.

Cuidémonos de los mensajes que desean captar nuestra atención. Satanás, que es tan astuto hoy como cuando estuvo en el Edén, adorna al engaño para que suene a verdad. “Pero el maligno miente cuanto habla” (Juan 8. 44). Más bien, debes estar en sintonía con Dios y con Su Palabra porque solo ÉL dice la verdad.

Si deseamos evitarnos muchas frustraciones, fracasos y pesares, seamos obediente y pidámosle fortaleza para seguir el consejo divino.

Dios les bendiga abundantemente.

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