UN MOMENTO CON DIOS
Busquemos la sabiduría
"Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." (Proverbios 9. 11 – 12)
¿De qué le vale al hombre ganar
toda la fama, todo el dinero y todo el poder si no puede alargar su vida ni
siquiera por un segundo? Dios es el dador de la vida y sólo ÉL puede decidir
cuánto ha de vivir cada quien. Al que es sabio y prudente Dios le concede larga
vida, siempre y cuando la sabiduría y la prudencia sean utilizadas para
obedecerle.
Sabiduría sin obediencia es
arrogancia más el sabio puede discernir lo que viene de Dios y por ello evita
desviarse del recto sendero de la justicia, lo cual le traería múltiples
problemas. El imprudente ni siquiera sabe qué rumbo lleva. Cualquier camino le
parece bueno porque nunca se ha preocupado por saber lo que Dios espera de él.
Cuando algo le sale bien o
mal, dice que es por su buena o mala suerte ya que no tiene la más mínima idea
del plan de Dios para su vida. Si llega a escuchar el mensaje de salvación, lo
desecha porque él cree que eso no tiene nada que ver con su existencia.
A la sabiduría hay que
buscarla como se busca el oro o la plata. Estas cosas toman tiempo, empeño,
disciplina y dedicación para ser alcanzadas, mas todo esto bien vale la pena.
También hay que saber dónde
buscar. El oro y la plata no se encuentran en todas partes; lo mismo sucede con
la sabiduría. El premio al tesón de buscar el discernimiento donde el realmente
está es: comprensión, sabiduría, conocimiento y discreción.
Si queremos sabiduría recordemos
que la sabiduría es dada por el Señor y sólo por ÉL.
Dispongámonos, pues, con
paciencia y determinación a recibir la sabiduría que Dios nos ofrece por medio
de la lectura metódica, constante y puesta en práctica de Su Palabra. A su
debido tiempo podremos ver los beneficiosos resultados con toda
seguridad.
Sigamos la dirección que Dios
nos ha trazado y en obediencia a Sus preceptos, recibamos la sabiduría de lo alto
que sólo está disponible para quienes aman a Dios con toda su alma, con todas
sus fuerzas, con toda su mente y con todo su corazón.
Dios les bendiga
abundantemente.
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