UN MOMENTO CON DIOS
Para obtener lo mejor de
Dios.
“El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. Él cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva.” (Salmo 145. 18, 19)
Ayer vimos que la idolatría
consiste en darle a una persona u objeto el lugar que solo Dios merece, lo cual
impide que disfrutemos de lo mejor que Dios tiene para nuestra vida.
La Palabra de Dios también nos
advierte acerca de los obstáculos que nos impiden recibir las bendiciones de Dios.
Como seguidores de Cristo, tenemos
la oportunidad de orar y pedirle lo que necesitamos: “No se aflijan por
nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias
también.” (Filipenses 4.6).
Pero, lamentablemente, muchos
cristianos no lo hacen. Algunos sienten que no tienen tiempo para orar y otros
sólo hablan con Dios usando frases que se han aprendido de memoria y que no son
genuinas, ni expresan sus deseos.
Debemos acercarnos a Su trono,
trayendo ante ÉL nuestras necesidades con un espíritu humilde: “De la
misma manera, ustedes los jóvenes sométanse a la autoridad de los ancianos.
Todos deben someterse unos a otros con humildad, porque: «Dios se opone a los
orgullosos, pero ayuda con su bondad a los humildes.» Humíllense, pues, bajo la
poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo.” (1
Pedro 5. 5,6).
Tenemos que anhelar hacer Su
voluntad por encima de todo, incluso cuando pensemos que lo que deseamos es lo
que más nos conviene. Dios siempre nos dará lo mejor.
Además, la Biblia nos exhorta
a venir ante el Señor llenos de fe: “Acerquémonos, pues, con confianza al
trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en
su bondad nos ayude en la hora de necesidad.” (Hebreos 4.16); “Pero
tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del
mar, que el viento lleva de un lado a otro.” (Santiago 1. 6).
Esto significa que cuando
oramos buscando la voluntad de Dios, tenemos que estar seguros de que nos
contestará. En Isaías 64.4 se nos recuerda que nuestro Padre celestial
siempre hace milagros a favor del que “en ÉL espera”.
El deseo de nuestro Dios es
derramar bendiciones sobre la vida de Sus hijos. No permitamos que nuestra
falta de oración nos impida disfrutar de ellas. Expresemos nuestras necesidades
en oración de una manera específica y llena de fe. Después, sometamos nuestra
voluntad a la de Dios, y esperemos con paciencia. ÉL es fiel y lo comprobaremos
en nuestra vida.
Dios les bendiga
abundantemente.
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