UN MOMENTO CON DIOS
Escuchar Su voz.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10. 27)
Mucha gente que tiene problemas
de audición usa audífonos.
La mayoría de las veces,
funcionan bien, excepto en lugares con mucho ruido. En esos casos, los
audífonos captan todas las voces en el salón, y no pueden escuchar a la persona,
aunque estén cerca de ella.
Así sucede con nuestra
cultura: una cacofonía de sonidos puede ahogar la voz suave de Dios.
«¿Dónde se encontrará la
Palabra, ¿dónde la Palabra resonará?», pregunta el poeta T. S. Eliot. «No
aquí; no hay suficiente silencio».
Felizmente, muchos audífonos
tienen un ajuste que elimina los sonidos circundantes y permiten oír las voces
que se quieren escuchar.
Del mismo modo, a pesar de las
voces que nos rodean, si aquietamos nuestras almas y prestamos atención,
escucharemos el «silbo apacible y delicado» de Dios» (1 Reyes 19. 11-12).
Dios nos habla todos los días,
llamándonos en medio de nuestras inquietudes y anhelos. Nos llama en nuestra
tristeza más profunda y en el vacío y la insatisfacción de nuestras mayores
alegrías. Pero, fundamentalmente, nos habla en Su Palabra: “Por esto, de
nuestra parte, damos siempre gracias a Dios, pues cuando ustedes escucharon el
mensaje de Dios que nosotros les predicamos, lo recibieron como mensaje de Dios
y no como mensaje de hombres. Y en verdad es el mensaje de Dios, el cual
produce sus resultados en ustedes los que creen.” (1 Tesalonicenses 2. 13).
Cuando tomemos Su Libro (La
Biblia) y lo leas, también escucharemos Su voz. El Señor nos ama más de lo que
creemos, y desea que escuchemos lo que nos quiere decir.
Dios les bendiga
abundantemente.
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