UN MOMENTO CON DIOS
La adversidad nos fortalece
“Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada.” (Santiago 1. 2 - 4)
¿Cómo podemos mantenernos
motivados cuando las cosas no están bien? Es cierto que cuando las cosas están
saliendo bien nuestra motivación está alta; sin embargo, cuando las cosas no
salen como quisiéramos nuestra tendencia es a desmotivarnos e inclusive a
desesperarnos.
Debemos recordar las palabras
de Pablo a Timoteo:
“Pero tú, Timoteo, mantén la
calma en todo momento, soporta sufrimientos y anuncia siempre la buena noticia.
Haz bien tu trabajo.” (2 Timoteo 4. 5)
¿Qué podemos ver aquí?
La mayoría de las personas no
alcanzan a ver las dificultades como oportunidades para crecer, no creemos que
verdaderamente todas las cosas nos ayuden a bien.
Y todas las cosas incluyen
momentos difíciles, momentos de dolor. La clave para mantenerse motivado en
tiempos difíciles es evitar caer en desesperanza y concentrarse en buscar el
beneficio.
La adversidad nunca nos dejará
igual, tenemos dos opciones en los momentos difíciles: nos debilita o nos da
fuerzas.
¿Qué elegimos? ¿Cómo nos
gustaría vivir la vida? ¿Motivados o desmotivados?
Siempre tendremos opciones en
la vida y una es la elección que debes hacer para enfrentar la adversidad.
En un cuento de la zanahoria,
el huevo y el grano de café: “Una hija se quejaba con su padre acerca de su
vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer
para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de
luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, chef de profesión,
la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres recipientes con agua
y los colocó sobre fuego. Pronto el agua de cada uno estaba hirviendo. En uno
colocó zanahorias, en otros huevos y en el último preparó café. Los dejó hervir
sin decir palabra.
La hija esperó
impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte
minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón.
Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.
Mirando a su hija le dijo: “Querida, ¿qué ves?”
“Zanahorias, huevos y café”,
fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella
lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y
lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo estaba duro.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico
aroma. Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, papá?”
Él le explicó que los tres
elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían
reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte,
dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil,
fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina
protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su
interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de
estar en agua hirviendo, habían cambiado de color y sabor al agua.
“¿Cual eres tú?”, le preguntó
a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una
zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te
tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que
comienza con un corazón flexible?
¿Poseías un espíritu fluido,
pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto
dura y rígida?
¿O eres como el café? El café
cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega
al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor y olor. Si eres como
el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y
haces que las cosas a tu alrededor mejoren”.
Y nosotros, ¿cuál de los tres somos?
“No podemos controlar nuestras
circunstancias, pero podemos controlar nuestras reacciones.”
Estar motivado en tiempos
difíciles exige determinación, pasión, confianza y compromiso. Tener la
voluntad de estar automotivado es de valientes, no es de cobardes, los cobardes
no tendrán ninguna herencia, nunca podrán disfrutar de las bendiciones de la
vida.
No permitamos que el fracaso o
la adversidad nos quiten la motivación de ir tras nuestros sueños, cada vez que
enfrentemos la adversidad dispongámonos para aprender de ella, busquemos los
beneficios y nos convertiremos en personas fuertes y poderosas.
Dios les bendiga abundantemente.
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