UN MOMENTO CON DIOS
¿Está Dios en todo?
“Pero José les respondió: —No temáis, pues ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente.”(Génesis 50. 19, 20)
En el pasaje de hoy, el
esclavo convertido en prisionero y después en líder de una nación, se presenta
ante sus hermanos que lo vendieron como esclavo. Él les habla amablemente,
diciendo: “No temáis; ¿acaso estoy yo en el lugar de Dios? Vosotros
pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos
hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis
50.19,20)
El pecado o el fracaso de una
persona afecta, muchas veces, la vida de otra persona, algo que tendemos a
considerar injusto. Pero nuestros caminos son diferentes a los caminos de
DIOS: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros
caminos mis caminos», dice Jehová. «Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos,
más que vuestros pensamientos.” (Isaías
55. 8, 9)
Por medio de la Biblia podemos
aprender que José deseaba servir al Señor: “No hay otro mayor que yo en
esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su
mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis
39. 9); “Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo
interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones?
Contádmelo ahora.” (Génesis 40. 8); “Respondió José a Faraón,
diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a
Faraón.” (Génesis 41. 16)
No obstante, a sus hermanos se
les permitió venderlo como esclavo. Y a la esposa de Potifar se le permitió
hacer acusaciones falsas, lo que llevó al joven a la cárcel. La Biblia
promete: “El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los
defiende” (Salmo
34. 7). En otras palabras, las adversidades y las pruebas
pudieron tocar a José solo porque Dios lo permitió con un propósito.
Nadie puede decir con certeza
por qué suceden cosas malas. Pero podemos consolarnos por el hecho de que Dios
lo sabe: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro DIOS; más las reveladas
son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas
las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29. 29).
Nuestra parte es aprender del
ejemplo de hombres como José, quien confiaba en el Señor y obedecía sus
mandamientos.
Dios les bendiga
abundantemente.
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