UN MOMENTO CON DIOS
Mucha ansiedad, poca fe.
“Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?” (Mateo 6. 25)
Las situaciones estresantes
varían en forma e intensidad y nuestra vida terrenal nunca estará libre de
ellas por completo.
Sin embargo, la pregunta
importante es: ¿Qué haremos con nuestra ansiedad? Si permitimos que
ella domine nuestro pensamiento, podría llegar a convertirse en un estilo de
vida.
Pero si creemos lo que dice la
Biblia acerca del Señor y de Su cuidado por nosotros, experimentaremos una
magnífica liberación de la preocupación.
¿Dudamos, a veces, de que
nuestro Padre Celestial en verdad se preocupe por las cosas ordinarias que nos causan
ansiedad?
Después de todo, ÉL se ocupa
de todo el universo, y los problemas que tenemos pueden parecerle muy pequeños
en comparación.
Pensemos en cuán
insignificantes son las aves y las flores; pero Jesús dice que el Padre se
ocupa de ellas: “Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni
cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes
que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las
aves!” (Mateo 6.26). ¿No creemos que valemos mucho más que ellas para Dios?
A veces nos afanamos al tratar
de cambiar algo que está más allá de nuestro control. Así como nadie puede
agregar un día más a su vida, también hay muchas situaciones que no podemos
arreglar. Pero el Soberano Gobernante del universo nos ama y lo tiene todo en
Sus manos, incluso nuestras situaciones estresantes que parecen fuera de
control. Por consiguiente, no tenemos motivos para inquietarnos o temer.
Tal vez la razón principal por
la que nos inquietamos sea falta de confianza en el Señor. La ansiedad puede
ser un síntoma de falta de fe.
La Biblia está llena de
promesas de la provisión de Dios, pero con mucha frecuencia dudamos de ellas.
Si podemos confiarle al Señor nuestra
seguridad eterna,
¿no podemos también confiarle nuestras
necesidades terrenales?
Dios les bendiga
abundantemente.
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