martes, 30 de agosto de 2022

Un momento... Mucha ansiedad, poca fe

 


UN MOMENTO CON DIOS

Mucha ansiedad, poca fe.  

 

 “Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?”  (Mateo 6. 25)

 

Las situaciones estresantes varían en forma e intensidad y nuestra vida terrenal nunca estará libre de ellas por completo.

Sin embargo, la pregunta importante es: ¿Qué haremos con nuestra ansiedad? Si permitimos que ella domine nuestro pensamiento, podría llegar a convertirse en un estilo de vida.

Pero si creemos lo que dice la Biblia acerca del Señor y de Su cuidado por nosotros, experimentaremos una magnífica liberación de la preocupación.

¿Dudamos, a veces, de que nuestro Padre Celestial en verdad se preocupe por las cosas ordinarias que nos causan ansiedad?

Después de todo, ÉL se ocupa de todo el universo, y los problemas que tenemos pueden parecerle muy pequeños en comparación.

Pensemos en cuán insignificantes son las aves y las flores; pero Jesús dice que el Padre se ocupa de ellas: “Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves!” (Mateo 6.26). ¿No creemos que valemos mucho más que ellas para Dios?

A veces nos afanamos al tratar de cambiar algo que está más allá de nuestro control. Así como nadie puede agregar un día más a su vida, también hay muchas situaciones que no podemos arreglar. Pero el Soberano Gobernante del universo nos ama y lo tiene todo en Sus manos, incluso nuestras situaciones estresantes que parecen fuera de control. Por consiguiente, no tenemos motivos para inquietarnos o temer.

Tal vez la razón principal por la que nos inquietamos sea falta de confianza en el Señor. La ansiedad puede ser un síntoma de falta de fe.

La Biblia está llena de promesas de la provisión de Dios, pero con mucha frecuencia dudamos de ellas.

Si podemos confiarle al Señor nuestra seguridad eterna,

¿no podemos también confiarle nuestras necesidades terrenales?

Dios les bendiga abundantemente.

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