UN MOMENTO CON DIOS
Cuando Dios calla
“Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Esta María, que era hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los secó con sus cabellos. Así pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: —Señor, tu amigo querido está enfermo. Jesús, al oírlo, dijo: —Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios. Aunque Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, 6 cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos: ——Vamos otra vez a Judea.” (Lucas 11. 1 - 7)
¿Alguna vez hemos sentido como
si Dios nos hubiera aplicado la ley del hielo? Quizás oramos y le pedimos que
diera dirección a nuestra vida, pero no escuchamos nada. Tal vez ahora estemos
pasando por alguna enfermedad física o un problema familiar, y nada esté
sucediendo, a pesar de que hemos rogado a Dios.
¿Cómo reaccionamos cuando el
Señor no parece estar respondiendo nuestras oraciones? ¿Aprovechamos la
oportunidad para aprender algo de la experiencia, o simplemente pensamos que ÉL
nos está ignorando?
Las respuestas típicas
son: la desilusión (Dios me falló), el desánimo (debo dejar
de orar), la incertidumbre (¿dónde está Dios?), los sentimientos
de culpa (hice algo malo), la ira (¡Dios no es fiel!) y el
miedo (Dios me ha abandonado).
El pasaje de hoy nos da un
buen ejemplo de una vez en la que al Señor Jesús pareció no preocuparle la vida
de alguien a quien ÉL amaba.
Al escuchar que Su amigo
Lázaro estaba enfermo y a punto de morir, ¡Jesús no hizo nada durante dos
días! Sus discípulos y las hermanas del moribundo —María y Marta— sin duda
se preguntaban por qué a JESÚS parecía no importarle. Sin embargo, siguieron
confiando en ÉL, y, finalmente su fe les fue fortalecida.
Cuando no podemos escuchar a Dios,
no significa que ÉL esté dormido o ajeno a nuestras circunstancias. Tampoco
significa que vaya a negar nuestra petición.
Dios quiere que tengamos una
relación personal y cercana con ÉL, independientemente de cómo responda a
nuestras oraciones; debemos amarle simplemente porque ÉL es Dios.
Pensemos en la razón por la
que amamos al Señor, y pidámosle que nos ayude a sentir amor incondicional por
ÉL.
Dios les bendiga
abundantemente.
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