sábado, 6 de agosto de 2022

Un momento... Cuando Dios calla

 


UN MOMENTO CON DIOS

Cuando Dios calla

 

“Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Esta María, que era hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los secó con sus cabellos. Así pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: —Señor, tu amigo querido está enfermo. Jesús, al oírlo, dijo: —Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios. Aunque Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, 6 cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos: ——Vamos otra vez a Judea.” (Lucas 11. 1 - 7)

 

¿Alguna vez hemos sentido como si Dios nos hubiera aplicado la ley del hielo? Quizás oramos y le pedimos que diera dirección a nuestra vida, pero no escuchamos nada. Tal vez ahora estemos pasando por alguna enfermedad física o un problema familiar, y nada esté sucediendo, a pesar de que hemos rogado a Dios.

¿Cómo reaccionamos cuando el Señor no parece estar respondiendo nuestras oraciones? ¿Aprovechamos la oportunidad para aprender algo de la experiencia, o simplemente pensamos que ÉL nos está ignorando?

Las respuestas típicas son: la desilusión (Dios me falló), el desánimo (debo dejar de orar), la incertidumbre (¿dónde está Dios?), los sentimientos de culpa (hice algo malo), la ira (¡Dios no es fiel!) y el miedo (Dios me ha abandonado).

El pasaje de hoy nos da un buen ejemplo de una vez en la que al Señor Jesús pareció no preocuparle la vida de alguien a quien ÉL amaba.

Al escuchar que Su amigo Lázaro estaba enfermo y a punto de morir, ¡Jesús no hizo nada durante dos días! Sus discípulos y las hermanas del moribundo —María y Marta— sin duda se preguntaban por qué a JESÚS parecía no importarle. Sin embargo, siguieron confiando en ÉL, y, finalmente su fe les fue fortalecida.

Cuando no podemos escuchar a Dios, no significa que ÉL esté dormido o ajeno a nuestras circunstancias. Tampoco significa que vaya a negar nuestra petición.

Dios quiere que tengamos una relación personal y cercana con ÉL, independientemente de cómo responda a nuestras oraciones; debemos amarle simplemente porque ÉL es Dios.

Pensemos en la razón por la que amamos al Señor, y pidámosle que nos ayude a sentir amor incondicional por ÉL.

Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario