UN MOMENTO CON DIOS
La libertad de la salvación
“Así fue como la ley nos condujo hasta Cristo para que recibiéramos la salvación por medio de la fe.” (Gálatas 3. 24)
La mayoría de nosotros estamos
acostumbrados a trabajar por un sueldo. Nos pagan por un trabajo terminado, y
hay una bonificación cuando el esfuerzo supera las expectativas. Es
comprensible, entonces, que muchas personas crean que la salvación depende de
nuestras acciones.
Los Diez Mandamientos muestran
la norma de Dios para la santidad, pero aparte de Jesús nadie los ha obedecido
perfectamente.
De hecho, Santiago
2. 10 señala que “cualquiera que guardare toda la ley,
pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”.
Un solo pensamiento de
envidia, un comentario poco amable, un chisme, una mentira o una acción que
deshonre a los padres es todo lo que se necesita para ser un transgresor de la
ley, de acuerdo con lo que Dios estipula.
Es decir, si la salvación
dependiera de nuestra insuficiente justicia, nadie podría salvarse. Pero estas
diez normas no tenían la intención de salvarnos; su propósito era mostrar
nuestra impotencia y señalarnos a Cristo: “De manera que la Ley ha sido
nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la
fe.” (Gálatas 3.24)
Nuestro Padre Celestial sabía
que con nuestras propias fuerzas éramos incapaces de cumplir Su ley. Pero, por
Su misericordia, envió a Su Hijo sin pecado para recibir el castigo que
nosotros merecíamos por nuestras transgresiones: la muerte: “porque la
paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6. 23)
Jesús cargó con nuestros
pecados, murió y resucitó de la tumba. De este modo, venció al pecado para que
podamos ser libres.
La muerte y la resurrección de
Jesús rompieron las cadenas del pecado. No podemos hacer nada para
reconciliarnos con Dios; nuestra única esperanza es aceptar el regalo del
sacrificio que Jesús hizo por nosotros.
Al rendir nuestra vida a ÉL,
encontramos verdadera libertad.
Dios les bendiga
abundantemente.
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