miércoles, 10 de agosto de 2022

Un momento... La libertad de la salvación

 


UN MOMENTO CON DIOS

La libertad de la salvación

 

 “Así fue como la ley nos condujo hasta Cristo para que recibiéramos la salvación por medio de la fe.” (Gálatas 3. 24)

 

La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a trabajar por un sueldo. Nos pagan por un trabajo terminado, y hay una bonificación cuando el esfuerzo supera las expectativas. Es comprensible, entonces, que muchas personas crean que la salvación depende de nuestras acciones.

Los Diez Mandamientos muestran la norma de Dios para la santidad, pero aparte de Jesús nadie los ha obedecido perfectamente.

De hecho, Santiago 2. 10 señala que “cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”. 

Un solo pensamiento de envidia, un comentario poco amable, un chisme, una mentira o una acción que deshonre a los padres es todo lo que se necesita para ser un transgresor de la ley, de acuerdo con lo que Dios estipula.

Es decir, si la salvación dependiera de nuestra insuficiente justicia, nadie podría salvarse. Pero estas diez normas no tenían la intención de salvarnos; su propósito era mostrar nuestra impotencia y señalarnos a Cristo: “De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe.” (Gálatas 3.24)

Nuestro Padre Celestial sabía que con nuestras propias fuerzas éramos incapaces de cumplir Su ley. Pero, por Su misericordia, envió a Su Hijo sin pecado para recibir el castigo que nosotros merecíamos por nuestras transgresiones: la muerte: “porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.”  (Romanos 6. 23)

Jesús cargó con nuestros pecados, murió y resucitó de la tumba. De este modo, venció al pecado para que podamos ser libres.

La muerte y la resurrección de Jesús rompieron las cadenas del pecado. No podemos hacer nada para reconciliarnos con Dios; nuestra única esperanza es aceptar el regalo del sacrificio que Jesús hizo por nosotros.

Al rendir nuestra vida a ÉL, encontramos verdadera libertad.

Dios les bendiga abundantemente.

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