jueves, 24 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 91. 15 - 16

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

"Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre. Me invocará, y le responderé; yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré; lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación." Salmo 91. 9, 15 – 16.

 

Un niño pequeño, indefenso, su acción más peligrosa es la de mover sus pequeños brazos mientras su padre le sostiene. Duerme tranquilo, nada le desvela, se siente seguro, no sabe exactamente quién es esa persona que le sostiene pero le ofrece tranquilidad, sabe que está bien, por ahora su vida se resumirá en comer y dormir, descansar donde se siente seguro, llamar la atención de quien tantas veces le ha sostenido con un llanto que volverá a colocarle en ese lugar que tanto ha disfrutado.

Algo así debe sentir un bebe en sus primeros años de vida, si es que sienten y piensan algo, pero al menos es lo que yo imagino que un recién nacido puede experimentar en los brazos de su Padre.

¿Ocurrirá lo mismo con nuestro Padre? 

No hay nada comparable como amar a Dios, es una experiencia incomparable, es maravilloso sentir que otra persona te ama, pero es indescriptible sentirse amado por Dios. Lo extraño de todo esto, no es el hecho de sentirse amado, sino la forma en que Dios ama, porque mientras otros nos aman por lo que hacemos o por quienes o como somos, Dios nos ama porque quiere, simplemente porque a Él le ha placido que así sea, este es el misterio y la esencia del amor del Padre, nos ama porque quiere sin tener en cuenta como somos nosotros.

No existe mejor padre que el que nos ha adoptado como sus propios hijos. Dios podemos estar seguro que nos librará de los peligros y por haber conocido al Yo soy nos exaltará. Como buen padre cuando le llamemos nos contestará, nos apoyará en los momentos angustiosos de la vida, estará a nuestro lado. Nos rescatará cuando el pecado nos atrape y nos honrará restaurándonos, todos verán lo grande y maravilloso que es Dios, nos otorgará una larga vida, en ocasiones no terrenal, pero si eterna y veremos su salvación por medio de la cual disfrutaremos de toda la eternidad con Él.

¿Quién no quiere dormir en los brazos de un padre así?

Dios les bendiga abundantemente.

 

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