domingo, 13 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 55. 22

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo”. Salmo 55. 22.

 

Según un informe de un grupo de médicos especializados en salud mental, la ansiedad ha superado a la depresión como el principal problema mental de estos tiempos en la mayoría de los países.

Los medicamentos para combatirla son, hoy en día, los productos farmacéuticos que más se venden. Aun en medio de economías florecientes y de estabilidad política, la preocupación y el temor siguen formando parte de la condición humana; estado que no puede aliviarse adecuadamente con una píldora.

Los agentes que provocan este estado de ansiedad son muchos, los temores de la delincuencia, los problemas económico y familiares, dificultades en el trabajo y en general las injusticias que se cometen en un mundo dañado por el pecado.

Ahora bien, David vivió en un mundo muy parecido al nuestro, experimento toda clase de dificultad a lo largo de toda su vida, sin embargo, el encontró el remedio para la ansiedad y lo declara en el Salmo 55. 22: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo”.

El primer paso para evitar la ansiedad es echar sobre DIOS todas nuestras penas. El deseo de DIOS no es que nosotros carguemos con todos nuestros problemas, sino que nos fortalezcamos en el Señor y permitirle que tome control de nuestra vida.

“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

(1 Pedro 5. 7).

Como hijos de DIOS debemos depositar en Él todos nuestros problemas y temores, pero para ello es importante aprender a confiarle plenamente todos los aspectos de nuestra vida porque cuando es así nuestra alma encontrará la confianza y paz que tanto necesita. Por ello David exhortaba a echar sobre DIOS, y el apóstol Pedro decía que al hacerlo él tiene cuidado de vosotros.

En Filipenses el apóstol Pablo nos enseña la manera correcta de echar toda nuestra carga sobre DIOS: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4. 6 - 7).

La clave para ello está la oración la cual es capaz de traer la paz de DIOS a nuestros corazones y pensamientos.

El salmista nos enseña que para evitar la ansiedad debemos, confiar plenamente en DIOS.

Cuando venga el problema, no permitamos que nos aplaste. Al contrario, meditemos en el conocimiento de que ya DIOS lo sabía de antemano e hizo provisión para nosotros. Sencillamente decidamos a esperar en El.

Sabemos que esto es fácil decirlo y muy difícil hacerlo. La naturaleza humana se inclina a la gratificación inmediata. Odiamos estar incómodos. Instintivamente queremos soluciones rápidas a nuestros problemas.

Paciencia no es una virtud con la cual hemos sido equipados de antemano. Se nos hace difícil practicarla.

Pero DIOS sabe que no podemos resolver nuestros problemas solos. Su propósito es que en el medio de nuestra necesidad nos acordemos de Él.

En Su Palabra nos dicen que le encontraremos cuando le busquemos con todo nuestro corazón.

Cuando agotamos nuestros recursos, que bueno es saber que tenemos a un DIOS grande. Un Dios de amor, misericordia y bondad, que fielmente se mantiene cerca, esperando que acudamos a Él.

“No dejará para siempre caído al justo”. Esta afirmación es una declaración de fe que expresa la plena confianza que David tenía en el Señor. Como cristianos tenemos que buscar cada día que nuestra fe se fortalezca a tal punto que nuestra confianza en DIOS sea fuerte y no dude en ningún momento que DIOS obrara a favor de nuestras vidas.

La Biblia declara que apoyarnos en nuestra propia prudencia o en nuestras fortalezas no es seguro, pero los que deciden confiar en DIOS y lo reconocen como el Señor de su vida tienen la bendición de ser dirigidos por el mejor camino en esta vida.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.  Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”.  (Proverbios 3. 5 - 6).

Dios les bendiga abundantemente.

 

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