domingo, 6 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 23. 5

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Salmo 23. 5.

 

En este punto del salmo David deja de describir a DIOS como un pastor y utiliza la metáfora de un anfitrión, que ha preparado un espléndido banquete al que el salmista es invitado como huésped.

De todas las promesas que Dios nos ofrece en el Salmo 23, esta es una de las más maravillosas. El Señor mismo prepara un banquete para nosotros para agasajarnos.

Además agrega, que Él lo hace delante de nuestros enemigos, aquellos que quizás nos maltrataron, nos calumniaron o nos mintieron, y de una forma u otra nos dañaron y lastimaron nuestro corazón.

Entre los orientales, en los tiempos bíblicos, eran bien conocidas las reglas de la hospitalidad.

El huésped no sólo era recibido en la tienda o casa del anfitrión, sino que era agasajado admirablemente. La comida y bebida servidas con generosidad solían ser precedidas de prácticas casi rituales; proveer agua para que el huésped pudiera lavarse, ungir su cabeza o derramar sobre ella ungüento, besarlo, etc. (Lucas 7:44-46).

En este caso, DIOS como anfitrión nos provee de las mejores delicias y atenciones para que nos sintamos bien y aprendamos a disfrutar de su maravillosa presencia. En medio de esa intimidad ningún enemigo nos puede tocar.

 Esto sólo puede ser posible por la misericordia de Dios. No hay otra forma de explicar que aquellos que éramos enemigos de Dios, seamos invitados a su casa y allí recibamos todos sus favores.

La protección y provisión del Señor se vuelve evidente para las personas a nuestro alrededor, incluso para nuestros enemigos, Él no tiene ningún inconveniente en avergonzar a los orgullosos, pero debemos cuidar de no llenar nuestro corazón de venganza, eso está solo en sus manos.

“Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagare, dice el Señor”(Romanos 12.19)

Como dijimos, una de las costumbres orientales era que el dueño de la casa diera la bienvenida a sus invitados derramando sobre sus cabezas delicados perfumes según iban entrando.

Está unción es una unción refrescante para el alma, una fuente de gozo para nuestro espíritu agobiado del camino.

Es la unción que nos permite manifestar el olor fragante de la presencia de Cristo en nuestras vidas.

“Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El”. (1 de Juan 2.27).

El salmista considera también su copa llena a rebosar, con lo que parece querer indicar la plenitud de las bendiciones de Dios que estaba recibiendo.

El Señor no sólo quiere darnos vida, sino "vida en abundancia". (Juan 10:10).

Cuando el Señor decide bendecir, lo hace de forma extraordinaria, con gran abundancia, mucho más de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20), en sus manos están todas las cosas, y Él siempre está en control.

La Palabra de DIOS nos dice que el Señor Jesucristo presidirá el banquete celestial al que todos los creyentes hemos sido invitados.

Y sobre la mesa podremos ver todas las bendiciones espirituales que él compró para nosotros por su propia sangre. 

“Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino. Y el ángel me dijo: Escribe: "Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero." Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”. (Apocalipsis 19: 7 – 9). 

Dios les bendiga abundantemente.

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