martes, 22 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 119. 169 - 176

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

"Llegue mi clamor ante ti, Señor; conforme a tu palabra dame entendimiento. Llegue mi súplica delante de ti; líbrame conforme a tu palabra. Profieran mis labios alabanzas, pues tú me enseñas tus estatutos. Que cante mi lengua de tu palabra, porque todos tus mandamientos son justicia. Pronta esté tu mano a socorrerme, porque tus preceptos he escogido.

Anhelo tu salvación, Señor, y tu ley es mi deleite. Viva mi alma para alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden. Me he descarriado como oveja perdida; busca a tu siervo, porque no me olvido de tus mandamientos." Salmo 119. 169 – 176.

 

Una característica básica de cualquier niño es la de pedir. Desde que nacen, nacen con el instinto de pedir, piden atención llorando, piden comida llorando, piden ayuda llorando, piden auxilio en sus dolores llorando, etc. Conforme crecen dejan de llorar y comienzan a pedir de manera más natural, hablando, piden comida, piden irse a dormir, piden dinero para comprar, piden chucherías, piden, piden y siguen pidiendo. Y esto continuará hasta que seamos enterrados y nuestras vidas acaben.

La Biblia misma nos enseña cómo pedir y qué pedir.

El salmista nos ofrece los motivos por los que debemos pedir.

Debemos pedir entendimiento ante la Palabra. No sirve de nada entender la Palabra de manera intelectual, ella nos enseña que debemos pedir iluminación divina para entenderla.

Debemos pedir libertad. Vivimos en un mundo que esclaviza con lo material y que nos tienta de continuo, la Biblia nos enseña que debemos pedir a Dios que nos libre de estas cosas.

Debemos pedir auxilio. No siempre nos libramos de las tentaciones, muchas veces caemos, y nos sentimos abatidos y destrozados, metidos en un profundo hoyo, la Biblia nos enseña que Dios es el socorro en nuestras necesidades.

Debemos pedir conforme a la voluntad de Dios. Esto es lo más importante sin duda, acercarnos a Dios rogando que nos muestre su voluntad para que nuestras oraciones sean contestadas.

Debemos pedir que nos devuelva al rebaño. Muchas veces somos como ovejas perdidas que andan por su camino y se apartan del rebaño. Debemos rogar a Dios que nos recoja cuando nos perdemos y no nos permita abandonar el camino.

Dios les bendiga abundantemente.

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