sábado, 5 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 23. 4

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento”. Salmo 23. 4.

 

El salmista no solo está hablando del momento de la muerte, sino también de las circunstancias difíciles de la vida, aún allí debemos tener plena confianza que el mismo Dios que nos ha acompañado y bendecido en todo momento, también lo hará en toda circunstancia extrema.

Todos nosotros atravesamos situaciones oscuras y peligrosas en esta vida en las que necesitamos de la protección y el ánimo del Señor.

Como ovejas estamos siempre expuestos a múltiples peligros, ya sea por animales salvajes o por ladrones que se lanzan sobre el rebaño. Pero a pesar de nuestra debilidad, podemos exclamar como el apóstol Pablo:

 "Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero. Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó." (Romanos 8. 36 - 37).

Es natural que los hombres sintamos temor hacia lo desconocido, pero el sentimiento de temor generalmente nos paraliza y no nos permite vivir naturalmente  las circunstancias de la vida.

Muchas veces tememos por cosas, que quizás nunca tengamos que vivir. La incertidumbre sobre el futuro es más difícil para nuestra fe que la presión por algún mal presente.

Ya sea que miremos al presente o hacia el futuro, nunca debemos olvidar que el Señor nos ama y nos cuida, y esto hará desvanecerse todo temor.

 "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor..." (1 de Juan 4.18)

La razón para no temer a la muerte y a las dificultades que puedan surgir en nuestro caminar por esta vida se encuentra en el hecho de que el Señor está con nosotros. Él tiene todos los recursos necesarios y está a nuestro lado. Además, él mismo ya ha pasado por ese camino de muerte y ahora se coloca junto a nosotros para acompañarnos y que no nos sintamos solos.

 "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."(Mateo 28.20)

Como todo pastor, nuestro Señor tiene herramientas para brindarnos su cuidado, una vara para arremeter contra toda bestia que se atreva a poner en peligro la vida de sus ovejas, y un cayado para acercarnos amorosamente a Él cuando necesitemos de su consuelo, sin descuidarse tan solo segundo de nosotros.

“He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. (Salmo 121:4)

Estas dos cosas en las manos del pastor nos inspiran confianza y aliento. La protección y dirección que como ovejas necesitamos, las encontramos en el Señor.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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