lunes, 7 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 23. 6

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días”. Salmo 23. 6.

 

Este versículo en una hermosa conclusión para todo este salmo, afirma con seguridad que en la vida de los creyentes hay bien y misericordia.

Tenemos un Dios bueno y actúa bondadosamente con nosotros, y cuando cometemos errores, es misericordioso para perdonarnos, Él no está molesto con nosotros; aborrece el pecado (Josué 24:19), pero ama al pecador (Romanos 5:8). 

El anfitrión que nos provee de un abundante banquete, nos acompaña a lo largo de todo nuestro caminar por la vida.

Nos seguirán el bien, o sea todo aquello que conviene, que es favorable, que es de utilidad y beneficio; y la misericordia que es la compasión y el amor inmerecido, aún ante nuestros errores, que perdona y olvida lo malo.

Esto es fruto de tener una relación con el Señor, David llega a estas conclusiones en este Salmo, su experiencia lo llevo a asegurar que siempre recibiría el bien y la compasión de Dios.

Para David la casa de Dios no era simplemente algo para la eternidad, sino una realidad presente. Veamos cómo lo expresa en otro Salmo:

“Una cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo.”

(Salmo 27.4).

 Ante el amor de nuestro Pastor, es natural que en nuestro corazón haya un profundo deseo de pasar tiempo en su presencia, conocerle más íntimamente, escuchar su voz, disfrutar de su compañía todos los días.

La vida es un recorrido que se realiza un día a la vez, un día, todo está bien, en otro, pasan cosas que son desagradables o que no deseamos que ocurran, pero todas ellas nos enseñan a madurar y a crecer.

Como creyentes es claro que Dios es nuestro Padre celestial y que El desea nuestro bienestar, es decir que todo lo que viene de Dios es totalmente bueno. Porque la esencia de Dios es el Amor. Él nos cuida, está con nosotros a donde quiera que vayamos, no nos abandona, nos protege con su amor y su bondad.

Cuando Dios es nuestro pastor, podemos tener plena certeza que nada nos hará falta.

Aquello que necesitamos para suplir nuestras necesidades físicas, emocionales y espirituales serán provistas por nuestro Pastor.

Cuando estemos pasando por momentos de dificultad, puede llenarnos de valor, ayudándonos a caminar por el camino derecho para que seamos gloria para su nombre.

Las presiones del mundo, la carne y el pecado pueden llevarnos a gran desconsuelo, pero nuestro Pastor puede librarnos del miedo, permaneciendo junto a nosotros, defendiéndonos y consolándonos.

Traerá gran provisión a nuestra vida, que abundará y sobrará, y en su bondad y misericordia, estará dispuesto a perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

Dios les bendiga abundantemente.

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