martes, 24 de diciembre de 2019

Tiempo... Lucas 3. 3 - 6



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. Esto sucedió como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto. Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos. Todo el mundo verá la salvación que Dios envía.”  Lucas 3. 3 – 6


Juan el Bautista proclamaba en voz alta lo que sentían muchos en aquel momento: hay que cambiar; no se puede seguir así; hemos de volver a Dios. Entendían su llamado a la «conversión».
Según el evangelio de Lucas, algunos se sintieron cuestionados y se acercaron al Bautista con una pregunta decisiva: ¿qué podemos hacer?
Por muchas protestas, llamadas y discursos de carácter político o religioso que se escuchen en una sociedad, las cosas sólo empiezan a cambiar, cuando hay personas que se atreven a enfrentarse a su propia verdad, dispuestas a transformar su vida: ¿qué podemos hacer?
Juan el Bautista tenía las ideas muy claras. No les invitaba a ir al desierto a vivir una vida mística. Tampoco les anima a peregrinar a Jerusalén para recibir al Mesías en el templo.
La mejor manera de preparar el camino a Dios es, sencillamente, que la gente conozca al verdadero Dios, hacer una sociedad más solidaria y justa, y menos injusta y violenta.
Su mensaje era claro: Vuélvanse a Dios para que el perdone sus pecados. No os aprovechéis de nadie, no abuséis de los débiles, no viváis a costa de otros, no penséis sólo en vuestro bienestar: «El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple. Así de claro.
El mensaje de Juan tan simple y tan claro nos muestra el camino para un cambio verdadero, un genuino cambio desde lo más profundo de nuestro corazón. Un cambio pacífico, sin protestas, ni reclamos que la mayoría de las veces terminan violentamente.
Volverse a Dios es el mensaje y el resultado será que el mundo verá la salvación.
Dios les bendiga abundantemente.

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