miércoles, 4 de diciembre de 2019

Tiempo... Génesis 37. 10 - 11



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Cuando José contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió y le dijo: ¿Qué quieres decir con este sueño que tuviste? ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo tendremos que hacerte reverencias? Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre pensaba mucho en este asunto”. Génesis 37. 10 – 11


Las personas ya desde un primer momento, desde que conocemos a otras personas creamos una imagen y hacemos juicios sobre su carácter, su forma de ser y decidimos si por cómo es, nos caerá o no bien. Esto se incrementa conforme conocemos a la persona, poco a poco vamos viendo sus defectos, sus virtudes.
Algo así es lo que pasó con José. Su Padre Israel lo amaba más que a sus hermanos, era algo que se podía notar únicamente observando, la túnica de colores, favoritismos. José no ocupaba un lugar de privilegio en el círculo de los hermanos. A todo esto Dios le da un sueño en el cual al José contarlo expresa que tanto sus hermanos como sus padres se postrarían ante él y le servirían, ante esto hubo una reacción, sus hermanos le tenían envidia, y la envidia les dominó hasta el punto de querer matar a José.
Esta situación no es tan diferente hoy en día, vivimos tiempos difíciles, una época en que pocos hay que realmente busquen a Dios y cuando aparecen personas así suelen producir las reacciones que hemos visto antes.
La envidia aparece con facilidad cuando alguien intenta seguir a Dios de una manera viva, de una manera real, produce recelos, el exceso de santidad en las personas que no la tienen no es agradable, produce en ellos rechazo, no por la persona en sí, sino porque la comunión con Dios en una persona es un espejo para los demás.
Cuando una persona vive en santidad, está avivada muestra los defectos de los que le rodean y que no están en esta situación. Si ante este espejo surge la envidia, acaba rompiendo la relación. Alguien que esta frío o que esta tibio no se sentirá cómodo con alguien que arde y que le muestra su pecado y defectos.
No es difícil encontrar personas que sienten envidia por otras, las iglesias están llenas de gente amargada porque se comparan con los demás y creen que ellos son mejores, llenos de envidia de los dones que Dios da a otros, personas que en lugar de que las bendiciones de Dios en otros les motiven para buscar la santidad, lo que hacen es retraerse y enojarse.
Meditemos y no envidiemos, no nos separemos, busquemos la santidad que encontramos en otras personas, porque de esta manera creceremos espiritualmente.
Dios les bendiga abundantemente.

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