miércoles, 11 de diciembre de 2019

Tiempo... Génesis 44. 15 - 16



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Mientras José les decía: ¿Qué es lo que han hecho? ¿No saben que un hombre como yo sabe adivinar? Judá contestó: ¿Qué podemos responderle a usted? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia?
Dios nos ha encontrado en pecado. Aquí nos tiene usted; somos sus esclavos, junto con el que tenía la copa”. 
Génesis 44. 15 – 16.

Cualquier persona que conozcamos seguro que podría explicarnos algún error que ha cometido y que gracias a eso ha aprendido una lección y que nunca volverá a caer en la misma piedra.
Seamos sinceros, ¿Cuántas veces no hemos dicho eso y hemos vuelto a caer? No hay refrán más cierto que el de el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero también debemos reconocer que en nuestra vida, nuestros errores nos han servido para aprender y crecer.
José recordaba su pasado, recordaba cómo sus hermanos le vendieron, únicamente por ser el hijo menor y preferido y utilizó a Benjamín para hacer una prueba para ver si ellos habían cambiado realmente. Y así fue, Judá era un hombre distinto, que aun sin ser culpable se hizo culpable, que acató la situación, no abandonó a su hermano menor en medio de esta difícil situación, sino que intentó ocupar su lugar. Había aprendido de su error, vender a José había estado mal y probablemente esto fue algo con lo que cargó toda su vida y que puso remedio, se produjo un cambio.
Al igual que los hermanos de José todos nosotros cometemos errores, fallamos, hacemos cosas mal, nos equivocamos y que importante es aprender de estas situaciones. “Cuando lo vi, reflexioné sobre ello; miré, y recibí instrucción.” Creo que este texto refleja lo que deberíamos hacer ante nuestros errores, mirarlos, reflexionar, y que nos sirvan de instrucción, que nos muestren el camino.
David fue un ejemplo de aprender de los errores, falló muchas veces, cuando decidió transportar el arca con bueyes, cuando adulteró con Betsabé, cuando mató al marido de esta, cuando hizo un censo el cual Dios le había dicho que no hiciese, y podríamos añadir unas cuantas más, y aún así era “conforme al corazón de Dios”. 
Había aprendido de sus errores y clamó a Dios “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado.” Estas son palabras de alguien que ha aprendido de sus errores, de alguien que se ha dado cuenta de lo que ha hecho mal.
Nuestra oración hoy debiera ser “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. 
Pidamos a Dios que nos ayude a no tropezar dos veces en la misma piedra, y si caemos levantémonos y roguemos a Dios que cree en cada uno de nuestros  corazones que le amemos y que aprendamos de los errores.
Dios les bendiga abundantemente.

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