domingo, 11 de febrero de 2018

Leyendo... Salmo 143


LECTURA DIARIA:
Salmo 143

El Salmo se puede dividir en dos estrofas, los versículos 1-6 la queja y los versículos 7-12 la oración. 
El salmista ora con urgencia; usa verbos imperativos, pues está en peligro de muerte. Apela primero a la gracia de Dios.
Aunque el salmista reconoce que es pecador sabe que Dios quiere justicia y los que le atacan lo hacen injustamente. Al apelar a la justicia de Dios, el salmista reconoce que él no es justo, y que nadie puede ser suficientemente bueno delante de Dios.
En el AT, Dios perdonó al pecador arrepentido porque anticipaba el sacrificio de Cristo. Los sacrificios animales señalaban hacia Cristo.
El salmista apela a Dios en base a su urgente necesidad. Está en peligro de muerte.
El salmista también está motivado por su anhelo de tener comunión con Dios. Sus recuerdos de la comunión que tenía con Dios antes aumentan este anhelo. Extiendo mis manos es una señal de súplica.
La sed se usa varias veces en los salmos para expresar el deseo de conocer más a Dios; es una sed que no puede ser satisfecha de ninguna otra manera. El salmista quiere la demostración del amor de Dios desde la mañana. Los salmistas constantemente recalcan la importancia de buscar a Dios al principio del día.
En cualquier crisis es importante conocer la dirección clara de Dios.
El salmista apela a su compromiso con Dios. Aunque su sufrimiento puede depender parcialmente de sus faltas, hace claro que los enemigos le están atacando.
Cuando un creyente sufre una crisis, su temor a menudo es no hacer la voluntad de Dios por no conocerla. Es de suma importancia buscar lo que Dios desea. Pero no es suficiente conocer la voluntad de Dios, hace falta la ayuda del Espíritu Santo para cumplirla y vivir la rectitud.
Solamente Dios puede “vivificar” y renovar al creyente abatido.
De nuevo, apela a la justicia de Dios; ahora justicia puede llevar el doble sentido de hacer justicia contra los enemigos y hacerlo en justicia, pues por la gracia de su gran plan redentor, Dios puede ser justo y a la vez justificar al pecador que acude a él. Por eso, aquí se juntan los conceptos de justicia y misericordia.
Finalmente el salmista expresa una gran verdad: Los siervos de Dios pueden contar con su cuidado y su protección.

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