sábado, 3 de febrero de 2018

Leyendo... Salmo 135



LECTURA DIARIA:
Salmo 135

La invitación a la alabanza es una exhortación con imperativo, alabad, pues hemos de “decidir” alabar a Dios. Adoramos a Dios por quien es. 


Primero exhorta a los siervos que están en el templo.
Todos debemos alabar a Jehová porque él es bueno; esto comprende todo lo bondadoso y misericordioso que es Dios para con su pueblo.
Hemos de alabar a Dios por su grandeza. Cuando pensamos en lo maravilloso de este planeta y la grandeza del universo que Dios creó, nos mueve a adorarle.
El salmista quiere enfatizar que Dios tiene todo el poder del universo, no tiene rivales, puede hacer todo lo que ha querido.
El salmista se dirige a Dios reconociendo que es eterno y su misericordia no cambia de generación en generación; por eso es confiable. Aun en el juicio el salmista confía porque Dios es justo y a la vez tendrá misericordia de sus siervos.
La adoración al Dios verdadero implica renunciar a otros dioses. La verdadera fe en Dios requiere decisión definida. El salmista se burla de los ídolos y sus adoradores. Esos ídolos no tienen ningún poder, son simplemente la proyección del ser humano.
El salmista no termina con la censura de la idolatría; la mejor arma contra la falsa religión es la decisión y acción definidas de alabar a Dios y proclamar su mensaje. La exhortación es a todo Israel y a todos los que temen a Jehová. Hemos de bendecir a Dios, pues él mora en Jerusalén, mora entre su pueblo.

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