LECTURA DIARIA:
Levíticos capítulo 5
Los pecados que aquí se destacan son: 1. El hombre que ocultaba la verdad cuando había jurado como testigo decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. En tal caso, si por miedo de ofender a alguien que había sido su amigo o quizá su enemigo, el hombre se negaba a dar la evidencia o la daba sólo en parte, tendría que cargar con su iniquidad. Cosa sagrada es un juramento ante el Señor con lo cual no se debía jugar.
2. El hombre que tocaba algo que estaba ceremonialmente inmundo. Aunque tocara una cosa inmunda sólo lo contaminaba ceremonialmente, el no lavarse conforme a la ley, era negligencia o desprecio, y contraía culpa moral.
3. Jurar a la ligera que se haría o no tal cosa. Como si, después, el cumplimiento de su voto resultara ilícito o que no se pudiera cumplir.
En tal caso el ofensor debía confesar el pecado y presentar la ofrenda; pero la ofrenda no era aceptada a menos que fuera acompañada con confesión y una humilde oración pidiendo perdón. La confesión debía ser en particular.
La manera de asegurarse del perdón y armarse contra el pecado para el futuro, es confesar la verdad exacta.
Si alguien era muy pobre, podía traer algo de harina y eso se aceptaba. Así el gasto de la ofrenda por el pecado era reducido más que cualquier otro para enseñar que la pobreza a nadie obstaculice el camino del perdón. Si el pecador traía dos tórtolas, una era para ofrenda por el pecado y la otra para holocausto.
Cuando se ofrecía harina no se debía hacerse agradable al paladar con aceite ni al olfato con incienso, para indicar así la odiosidad del pecado. Por medio de estos sacrificios Dios hablaba de consuelo a quienes habían ofendido, para que no desesperasen ni languidecieran en sus pecados. De igual forma, de cautela para no ofender más, recordando cuán molesto era hacer expiación.
También se nombran ofrendas para expiar las ofensas contra un prójimo. Si alguien usaba involuntariamente algo consagrado a Dios, tenía que presentar este sacrificio.
La ofrenda por la culpa era la forma de hacerse cargo del pecado que se comete inconscientemente.
Era para aquellos que habían pecado de alguna manera contra las "cosas santas" el tabernáculo o el sacerdocio, tanto como para aquellos que sin intención pecaban contra alguien. En ambos casos, tenía que sacrificarse un carnero sin defecto, más una compensación por su pérdida a aquellos dañados por ese pecado, más un veinte por ciento como multa.
Aun cuando la muerte de Cristo ha hecho innecesarias para nosotros hoy día las ofrendas de culpa, todavía necesitamos hacer lo correcto con aquellos a quienes herimos.
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