viernes, 26 de agosto de 2016

Leyendo... Levítico capítulo 16

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LECTURA DIARIA:
Levítico capítulo 16

Los objetivos fundamentales de este capítulo son instruir al sacerdote en la forma correcta de ofrecer expiación para la purificación del pueblo, sobre cómo acercarse a Dios y sobre cómo limpiar el tabernáculo para hacer posible la continua presencia de Dios. 
En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote llevaba vestimentas especiales menos elaboradas, lo cual enfatizaba su papel como siervo de Dios investido con los símbolos que le acreditaban como tal. Aarón tenía que pasar horas preparándose para estar delante de Dios.
La ceremonia de la expiación en sí misma contenía cuatro elementos principales: la ofrenda por el pecado para la purificación del sacerdote, el echar suertes para determinar cuál de los machos cabríos debía sacrificar como una ofrenda por los pecados del pueblo, el sacrificio del macho cabrío y el envío de un segundo macho cabrío al desierto.
Para Israel, el Día de la Expiación era el día más grande del año. La palabra hebrea para expiación significaba "cubrir".
Los sacrificios del Antiguo Testamento realmente no podían quitar los pecados, sólo los cubrían. En este día, el pueblo confesaba sus pecados como nación y el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo para hacer expiación por ellos.
Se realizaban sacrificios y se derramaba sangre para que así pudieran ser "cubiertos" los pecados del pueblo. El sacrificio de Cristo en la cruz daría a toda persona la oportunidad de librarse para siempre del pecado en su vida.
Los dos machos cabríos representaban las dos formas en las que Dios estaba tratando con el pecado de los israelitas, a través del primer chivo, el que era sacrificado, estaba perdonando su pecado, y a través del segundo chivo, el expiatorio, que era enviado al desierto, estaba quitando su culpa. Este mismo ritual tenía que repetirse cada año. La muerte de Jesucristo reemplazó a este sistema de una vez y para siempre. Nuestros pecados pueden ser perdonados y nuestra culpa quitada si ponemos nuestra confianza en Cristo.

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