LECTURA DIARIA:
Levítico capítulo 6
Aquí aunque todos los pecados se relacionan con el prójimo, de todos modos se llaman, ofensa contra el Señor. Aunque la persona ofendida sea miserable y hasta despreciable, no obstante la ofensa se refleja en que Dios ha dado el mandamiento de amar a nuestro prójimo y lo pone al mismo nivel de amarse a uno mismo.
Las leyes humanas establecen diferencias en cuanto a los castigos, pero todos los métodos para hacer daño a los demás son, por igual, violaciones de la ley divina, aun el conservar algo hallado cuando se puede descubrir quién es el dueño.
Los fraudes generalmente van acompañados de mentiras y, a menudo, con juramentos falsos.
Mientras que las ofrendas y los sacrificios previos eran realizados por el pueblo, la sección que va de Levítico 6.8 a 7.38 trata con el procedimiento sacerdotal. El holocausto era presentado por la mañana y a la caída de la tarde para toda la nación. El fuego santo del altar debía mantenerse ardiendo porque Dios lo había iniciado. Esto representaba la presencia eterna de Dios en el sistema sacrificial. Mostraba al pueblo que únicamente a través del bondadoso favor de Dios podían ser aceptables sus sacrificios.
La ley de los holocaustos imponía mucho cuidado y trabajo a los sacerdotes; la carne era quemada totalmente y los sacerdotes nada tenían sino el cuero. Pero la mayor parte de la ofrenda de harina era de ellos.
La sangre de la ofrenda por el pecado tenía que quitarse de las ropas sobre las cuales casualmente era rociada, lo que indica el cuidado que debemos tener con la sangre de Cristo, no contándola como cosa corriente.
Había que romper la vasija en que se hervía la carne de la ofrenda por el pecado, si era de barro; pero si era de bronce había que lavarla muy bien. Esto muestra que la ofrenda no quita completamente la contaminación; pero la sangre de Cristo limpia completamente de todo pecado.
Todas estas reglas establecían la naturaleza contaminante del pecado y el traspaso de la culpa del pecador al sacrificio. Esto nos muestra el amor de Cristo, en que Él se contentó con ser hecho ofrenda por el pecado a nuestro favor, y de ese modo procurar nuestro perdón de los continuos pecados y fracasos. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario