sábado, 18 de junio de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 48

LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 48

En el capítulo anterior vimos que Jacob vivió diecisiete años más, luego de reencontrarse con José (Génesis 47.28). 
Ya en sus últimos días, Jacob enfermó, y antes que pasara algo, José llevó a sus dos hijos ante su padre para que los bendijera. 
En los últimos momentos de la vida, las personas suelen hablar de lo que ha sido lo más importante de su vida.  Lo que salió del corazón de Jacob fue sobre la promesa que Dios les hizo a Abraham e Isaac, y luego fue confirmada a Jacob.  Esa promesa consistía en darles la Tierra Prometida a su descendencia.
A pesar de que toda su familia estaba en Egipto, Jacob no se había olvidado de su tierra natal.  En ese momento estaban en tierra extranjera, pero él sabía que el propósito de su vida y el de su descendencia no estaba en ese lugar, sino en Canaán, en la Tierra que Dios les había prometido.
Después de mencionar la promesa divina, Jacob hizo algo que podría parecer sorprendente.
Jacob adoptó a Efraín y Manasés como hijos suyos. 
Los compara con Rubén y Simeón, que son los hijos que nacieron primero.  ¿Por qué hizo esto?  Los hijos de José, Manasés y Efraín, habían nacido en Egipto, de una madre egipcia.  Pero al adoptarlos, estaba amarrando su destino al de la familia de Israel.  Además, los estaba subiendo de rango, de nietos a hijos.  La adopción de los dos hijos mayores de José era parte de la doble herencia que él iba a recibir como hijo de la familia de Jacob. 
Manasés y Efraín iban a ser contados como dos de las tribus de Israel. 
José aprovechó la visita a su padre para pedirle que bendijera a sus hijos.  Al principio Jacob no los reconoció, ya que estaba perdiendo la vista por la edad, igual que le sucedió a su padre Isaac.
Preparando a sus hijos para recibir la bendición de Jacob, José los ubicó delante de él en el orden de nacimiento. 
José los puso en ese orden a propósito. El mayor debe ir a la mano derecha, y el menor a la izquierda.  Para sorpresa de José, Jacob cruzó sus manos para bendecir al menor como el primogénito.  José creyó que su padre se había equivocado ya que no podía ver bien, pero luego se hizo evidente que no había sido un error.
Jacob aclaró que el cruce de manos no fue un error, sino fue a propósito.
Con esta bendición, Jacob profetizó el rol de liderazgo que iba a tener la tribu de Efraín.  La tribu de Efraín creció en poder y número, y llegó a tener el liderazgo entre los israelitas.  Cuando Israel se dividió en dos reinos, las 10 tribus del norte nombraron como rey a un hombre de la tribu de Efraín.  Dado que Efraín recibió la bendición de primogénito, él se quedó con el nombre de Israel.  Por ello, las diez tribus del norte se les conoce en la Biblia como “Casa de Israel”, y las dos tribus del sur, lideradas por la tribu de Judá, se les llama “Casa de Judá”.
Al adoptar a los dos hijos de José e incluirlos entre las tribus de Israel, Jacob afirmó la preeminencia de José y su doble herencia.  Jacob quería asegurarse que José y su descendencia no se quedaran en Egipto, sino que eventualmente regresaran a la Tierra Prometida, en donde estaba su destino divino.
Jacob habló estas palabras en un sentido profético, ya que él aún no había conquistado la tierra con espada y arco, pero él vio proféticamente que sus descendientes lo harían.

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