sábado, 11 de junio de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 41


LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 41

Dos años después de interpretar los sueños del copero y el panadero real, a José se le dió la oportunidad de interpretar otro sueño, pero en esta ocasión fue del Faraón, el rey de Egipto. 

La Biblia narra el sueño que tuvo el Faraón. El sueño impresionó a Faraón.
Así como José tuvo dos sueños, también Faraón tuvo un segundo sueño que confirmaba el primero.  Definitivamente el sueño tenía un mensaje, pero él no sabía cuál era.  Por lo tanto, llamó a los sabios de Egipto para que le dieran una interpretación.
Todos en el palacio real sabían que el Faraón había tenido un sueño, pero nadie podía interpretarlos.  Fue en ese momento que el copero del rey se acordó de José, el joven hebreo que le había interpretado su sueño en prisión.
El copero reconoció su falta al olvidarse de José.  Pero había llegado el momento indicado, y el copero le contó al rey sobre José.  De inmediato, Faraón mandó a llamarlo para ver si él podría interpretarle sus sueños.
A partir de ese momento, la vida de José cambió.  Él ya no regresó a la cárcel, sino que se quedó en el palacio real.  Había llegado el momento del cumplimiento de los sueños que José tuvo en su juventud.
Después de esperar años por su liberación, el momento había finalmente llegado.  Ahora él estaba listo para cumplir su propósito.
Cuando José llegó ante el Faraón, él le preguntó si podía interpretar sueños.
José fue sincero, y dice que él es sólo un hombre, reconoció que el poder para interpretar los sueños venía de Dios.
El Faraón, entonces le contó sus sueños a José.
En Egipto, la vaca era el símbolo de Isis, la diosa de la tierra, la cual los egipcios creían que se encarga de todo lo relacionado con la tierra, la agricultura y los alimentos.  En el sueño del rey, las vacas salían del Nilo, que era la fuente de la fertilidad de toda la tierra de Egipto. 
José no sólo tenía el don de interpretar sueños, sino que también el valor de hablar la verdad, tal como lo vimos en el caso de los sueños del copero y el panadero.
Lo admirable de José es que no se conformó con presentarle “el problema” al rey, sino que propuso una solución.
El Faraón se impresionó de la iniciativa y sabiduría de José.
El Faraón reconoció a José como un hombre que no temía a los hombres, sino sólo a Dios.  Egipto necesitaba un hombre sabio y prudente en esos momentos, y ese hombre era José.
En un instante, la vida de José cambió.  Pasó de ser esclavo a convertirse en el vice rey en un minuto. 
Allí comenzaron a cumplirse los sueños que José tuvo en su juventud.  Había llegado el tiempo de Dios.
José pasó aproximadamente 13 años como esclavo, soñando con ser libre y regresar a Canaán con su familia.  Pero los sueños de Dios para él eran mayores.  El tenía un gran propósito para él en Egipto.  Probablemente, José no lo entendió sino hasta que todo esto pasó. 
En ese momento, José soltó su anhelo de regresar a la tierra de sus padres, y asió el plan que Dios tenía para él.
Tal como José había dicho, así sucedió. Hubo siete años de abundancia.
A la par que Egipto prosperaba, lo mismo sucedía en la vida de José.  Él también fue fructífero y tuvo hijos.
Manasés, el primer hijo, le ayudó a olvidar todo lo que había pasado, pues vio el propósito de ellos.  También olvidó a su familia, cuyo recuerdo lo mantenía atado al pasado. 
Efraín, el segundo, llegó en época de plena prosperidad, de ahí el significado de su nombre: doblemente fructífero. 
Tal como Dios le reveló a Faraón a través de sus sueños, después de los siete años de abundancia vino la escasez.  Pero gracias a la buena administración de José, Egipto estaba preparado para enfrentarlo.

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