viernes, 17 de junio de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 47



LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 47

Poco tiempo después de haber llegado a Egipto, José presentó al Faraón a su familia recién llegada de Canaán. 

Curiosamente no llevó a todos delante del rey, sino sólo a cinco de sus hermanos.  Antes de hacerlo, José les instruyó lo que debían decir.
José se había ganado la gracia del Faraón.  El rey estaba dispuesto a darle lo que quisiera como agradecimiento de todo lo que José había hecho por él y por todos los egipcios.
El buen precedente de José abrió oportunidades para sus hermanos en Egipto, y el Faraón les ofreció trabajo, dando por  entendido que serían tan responsables como José. 
Luego de la conversación del Faraón con los hermanos de José, éste también le presentó a su padre, Jacob.
Jacob no sólo midió los años físicos, sino por la calidad de ellos.  La realidad es que él había sufrido mucho a lo largo de su vida.  Todo el tiempo que había creído que José ya no vivía, él estuvo “como muerto”.  Fue hasta que se enteró que su hijo vivía, que él sintió que volvió a vivir.
Es de destacar aquí que es Jacob quien bendijo a Faraón, y no al revés.
En medio del hambre generalizada, la familia de Jacob siempre tuvo provisión, y nunca les faltó nada.
En los años de abundancia en Egipto, el Faraón almacenó granos como reserva para los años de escasez, tal como le fue revelado en sus sueños.  José fue puesto a cargo del almacenamiento, y luego de la distribución de esos granos.  Pero el Faraón no “regaló” lo que había guardado, sino que lo vendió, tanto a egipcios como a extranjeros.
En el primer año, los egipcios entregaron todo su dinero, a cambio de alimento.  Cuando se les acabó, comenzaron a entregar su ganado.  Por eso el Faraón le pidió a los hermanos de José que le ayudaran a cuidar sus ganados.
Todo Egipto quedó endeudado con el Faraón.  En otras palabras, estaban esclavizados a él.  Le debían la vida a Faraón y a José, quienes les proveyeron alimento en el momento de mayor necesidad. 
Pero la meta no era tener una nación de esclavos, sino una nación productiva.  Para ello, José ideó un plan para ponerlos a trabajar a todos.
José estableció un sistema de impuestos en Egipto.  El buen liderazgo de José ayudó a que el Faraón prosperara en gran manera. 
Mientras que los egipcios se endeudaban, los israelitas prosperaban.  Seguramente los egipcios resintieron esto, y puede ser que por ello después terminaron esclavizando a los israelitas, luego de morir José (Éxodo 1.6-14).
La Biblia dice que Jacob vivió otros 17 años, luego de llegar a Egipto. Podría decirse que Dios le devolvió a Jacob los años perdidos de José.
Jacob ya no volvió a regresar a la Tierra Prometida.  Sin embargo, él quiso asegurarse de ser enterrado junto a los patriarcas.  Para ello, le hizo jurar a José que llevaría sus restos a Hebrón.
Los patriarcas vieron esa meta con sus ojos espirituales.

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