martes, 7 de junio de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 37

LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 37

A partir del capítulo 37, el libro de Génesis narrará la historia de los hijos de Jacob, todos los cuales llegarán a formar la nación de Israel.
Vimos que Jacob encontró su reposo en la fe en Dios, pero los hijos de Jacob comenzaron una lucha por el liderazgo en la familia. 
Desde pequeño, José comenzó a tomar un puesto de liderazgo, a pesar de ser uno de los menores.  Los hermanos mayores les molestaba eso, pero sobre todo resentían que su padre favoreciera a José sobre los demás hijos. 
El texto dice que José era “el hijo de su vejez”.  Él no era el único que le nació cuando era viejo, ya que Benjamín era el menor.  Según la tradición, la expresión “hijo de la vejez” se refiere al hijo que es elegido para hacer compañía al padre en su vejez. 
Los demás hijos iban a trabajar normalmente, mientras que José permanecería en compañía permanente de su padre.  Eso le permitía aprender directamente de su padre, y asimilar toda su sabiduría.
El problema es que Jacob prefería a José por sobre todos sus hijos, y ello provocó enemistad entre ellos.  Esta preferencia se hizo evidente con el regalo de una túnica especial. 
Quien usaba la túnica, se distinguía de los demás.  Al ponerle la túnica especial, Jacob estaba señalando a José como el hijo que asumiría la autoridad en la familia y a  quien todos debían reconocer como especial. 
José tuvo un día dos de sueños proféticos que confirmaron su destino como líder entre sus hermanos.  José no fue prudente, y se los contó a sus hermanos sin tomar en cuenta la animadversión que ellos tenían en su contra. 
Lamentablemente, en su juventud José era inmaduro e imprudente, y no supo tratar con sabiduría la relación con sus hermanos.
En una ocasión, sus hermanos llevaron al rebaño al norte, y Jacob lo envió tras ellos.
Cuando José llegó a donde supuestamente estaban sus hermanos, no los encontró.  Por lo tanto, siguió hacia el norte, buscándolos.
Los hermanos lo vieron llegar de lejos.  No se alegraron de verlo, sino todo lo contrario.  En ese momento, vieron la oportunidad para deshacerse de él. 
Los hermanos buscaban la forma perfecta de deshacerse de él, al estilo de Caín, pero uno de ellos salió en su defensa.
Rubén estaba pensando en su padre y cómo le afectaría la muerte de su favorito.  Por eso decidió seguir el rumbo a sus hermanos, pero luego tenía la intención de liberar a José. 
Cuando José llegó, los hermanos ejecutaron su plan.
Los hermanos siguieron el plan sugerido por Rubén, y tiraron vivo a José en el pozo seco. Luego de tirar a José al pozo, los hermanos se sentaron a comer.
Pero mientras comían, a Judá se le ocurrió vender a José a un grupo de ismaelítas que venían de Galaad  e iban para Egipto. 
Pero unos madianitas se adelantaron a los hermanos de José, y ellos sacaron al joven del pozo y lo vendieron a los ismaelitas que pasaban por allí en ese momento.
Los madianitas eran un grupo diferente a los ismaelitas; los madianitas eran comerciantes locales, mientras que los ismaelitas eran comerciantes itinerantes.
Rubén fue el primero en enterarse de lo que había pasado, ya que él se había adelantado a los demás con el fin de liberar a José.  Pero, para su sorpresa, José ya no estaba en el pozo.
La Biblia señala que el precio de venta de José fue de 20 piezas de plata.
Luego de lo sucedido a José, los hermanos quedaron preocupados por la reacción que tendría su padre ante la pérdida de José.  Podrían haberle dicho la verdad, y el padre iría sin duda a rescatar y a redimir a su hijo.  Pero los hermanos decidieron inventar una historia, porque ya no querían ver más a José.  Para defenderse ante el padre, maquinaron una explicación.
Jacob reconoció la túnica, y creyó que su hijo estaba muerto.  En ese momento, cayó sobre él una tristeza profunda, y Jacob ya no volvió a ser el mismo.
Los hijos tenían la medicina que consolaría el alma de su padre, pero no se la dieron.  Tan grande era su odio, o el miedo por la reacción de su padre si se enterara de lo que verdaderamente ocurrió. 
Mientras los hermanos creían que se les había cumplido su sueño de “deshacerse de José”, en realidad el sueño que comenzaba a tomar forma era el de José.  Dios llevó a José a Egipto como esclavo para convertirlo luego en el líder que salvaría a esa nación y también a la familia completa de Jacob.

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