LECTURA
DIARIA:
Génesis
capítulo 34
La única hija
que la Biblia menciona
que tuvo Jacob es Dina. En el capítulo 30 se habla brevemente de su
nacimiento (Gen. 30:21), pero en este capítulo vuelve a salir a luz en
circunstancias poco afortunadas.
Ciertamente
la violación es una gran afrenta a la mujer. Pero debemos entender que en
la cultura de los cananeos, eso era aceptable. Esto no se dice para
excusar a Siquem, porque no tiene excusa, sino para entender el contexto en el
que eso sucedió. En la cultura cananea era aceptable que los hombres
tomaran a las mujeres que les gustaban.
Para Siquem
era normal lo que hizo. Lo que más sorprende es el silencio de Jacob al
enterarse de lo que había pasado.
El padre de
Siquem se presentó a Jacob. No venía con disculpas, porque a sus ojos no
habían hecho nada fuera de lo común. El venía con una propuesta
matrimonial. Como líder del pueblo, seguramente ellos veían la propuesta
como un privilegio.
Aquí no queda
claro el acuerdo al que llegaron con Jacob. Más bien, la Biblia nos lleva
directamente al encuentro entre Hamor y los hijos de Jacob. Alguien les
llevó la noticia, y ellos regresaron de inmediato. Pero Los hijos de
Jacob no reaccionaron tan pasivamente como lo hizo su padre. Ellos se
molestaron mucho, y lo expresaron. Sin embargo, Hamor les salió al
encuentro y trató de calmarlos, asegurándoles que su intención era honrar a la
chica con el matrimonio, y además beneficiar económica y socialmente a la
familia de Jacob.
Los hijos de
Jacob no reaccionaron positivamente a lo que había sucedido con Dina,
especialmente los hermanos consanguíneos, Simeón y Levi (hijos de Lea).
Aunque tenían
“la justicia” de su lado, la perdieron cuando decidieron tomar la justicia en
manos propias. En ese momento, los hijos de Jacob se dejaron llevar por
la emoción, y no por la voz de la razón ni la sabiduría divina. Ellos
querían venganza, sin medir las consecuencias. Con ese objetivo, urdieron
un plan para engañar a Siquem y su pueblo.
Los hijos de
Jacob se acercaron a Siquem para hacerle una propuesta, con aparente “buena
voluntad”. Le propusieron un plan de alianza, que en realidad era una
treta para vengarse. Todo esto lo hicieron a espaldas de Jacob.
En
apariencia, esta propuesta parecía algo normal, ya que los descendientes de
Abraham se circuncidaban. Sin embargo, la intención de los hijos de Jacob
no era buena. Ellos no querían hacer alianza con los de Siquem, sino que
querían vengarse.
Este fue el
problema de los habitantes de Siquem. Ellos querían creer el engaño.
Primero, Siquem quería creer porque estaba enamorado de Dina.
En cuanto al
resto del pueblo, ellos creían ciegamente en su líder, y les convenía creer que
la riqueza de Jacob les salpicara a todos.
La única
condición que pusieron los hijos de Jacob para esa unión, fue que se
circuncidaran de esa manera serían un solo pueblo.
Al tercer día
de haberse circuncidado los hombres del pueblo de Siquem, salió a luz las
verdaderas intenciones de los hijos de Jacob, en específico Simeón y Levi.
La venganza
no se limitó a defender la causa de Dina, sino también aprovecharon a tomar
botín. Se quedaron con sus pertenencias y esclavizaron a sus
familias.
Esto es un
buen ejemplo de lo negativa que es la venganza. La venganza no borra el
mal, sino que en realidad lo multiplica. El mal no justifica el mal; a
los ojos de Dios, el mal debe ser vencido con el bien.
A todo esto,
Jacob no se enteró de los planes de sus hijos sino hasta que ya había sido
ejecutado. La acción “justiciera” de Simeón y Levi no trajo buenas consecuencias.
Jacob quedó
avergonzado, porque faltó a su palabra, es decir, al acuerdo al que había
llegado con el pueblo de Siquem.
La venganza
trajo destrucción, incluyendo a gente que no tenía la culpa.
Simeón y Levi
perdieron su lugar de preeminencia en la familia.
Toda la
familia tuvo que salir huyendo de ese lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario