LECTURA
DIARIA:
Génesis
capítulo 42
No sólo en
Egipto hubo hambre, sino en toda la región, incluyendo Canaán.
Gente de todos lados llegaron a Egipto en busca de alimento, entre ellos la
familia de Jacob.
Jacob era un
hombre próspero. Pero el hambre y las sequías afectan a todos por
igual. La familia de Jacob tenía mucho ganado, pero no tenía como
alimentarlo; contaban con riqueza y posesiones, pero no tenía a quien comprarle
alimento para su familia. Por eso, Jacob decidió mandar a sus hijos a
Egipto para comprar grano.
Los hijos de
Jacob fueron a Egipto con la misión de comprar grano, pero no sospechaban que
en ese viaje se cruzarían con su hermano José. Sin embargo, no lo
reconocieron, pues él ya no era el joven que fue vendido como esclavo, sino que
era todo un hombre que se había convertido en el gobernador de Egipto.
En ese
instante se cumplió el sueño que Dios le había dado a José cuando era joven
(Génesis 37.6-10): Sus hermanos se inclinaron ante él. Era un
momento histórico e importante para José, pero también
emocional. Seguramente en ese momento surgieron sentimientos
cruzados, alegría por ver a su familia, pero dolor por la
traición. Fue un momento de prueba en el que José tuvo que decidir
entre la venganza o el perdón.
A primera
vista, podría parecer que quería “vengarse” de sus hermanos; pero más tarde se
hace evidente que sus actos no estaban motivados por la venganza, sino por los
sueños que Dios le había dado.
Si el plan de
José hubiera sido vengarse de sus hermanos, lo hubiera podido hacer con
facilidad. Pero es evidente que sus intenciones eran otras y sus acciones
eran parte de una estrategia. José no reveló de inmediato su identidad
como “hermano”, pues él tenía un plan.
El plan de
José era averiguar que sobre su hermano Benjamín, quien era el otro hijo de
Raquel. Quería averiguar si ellos se habían arrepentido de lo que le
hicieron a él y cómo se habían comportado con su hermano menos, quien
seguramente había ocupado su lugar como preferido de su padre.
José acusó a
sus hermanos de ser espías, pero ellos siguieron defendiéndose.
Al
presionarlos, José obtuvo la información que quería, su hermano y su padre
vivían todavía. Naturalmente, él no iba a creer solamente su palabra,
sino que quería verlo con sus propios ojos.
Tal vez en el
fondo, José tuvo la tentación de vengarse de sus hermanos. Pero se tomó
tres días para procesarlo. Luego de ese tiempo, cambió las condiciones,
en lugar de que todos menos uno se quedaran, él dijo que sólo uno tendría que
quedarse como garantía para traer al hermano menor.
Con esta
prueba, lo que estaba en el corazón de los hermanos salió a luz. Les
entró un sentimiento de culpabilidad. Evidentemente ellos tenían su
conciencia manchada, ya que pensaron que todo eso les acontecía por lo que
habían hecho a José.
José se
conmovió al oír la confesión de sus hermanos. José no se vengó; ni
siquiera les cobró el grano que había comprado. Él les estaba dando la
oportunidad de probar que habían cambiado.
Cuando los
hermanos, regresaron a Canaán, le contaron a su padre todo lo que había
sucedido. También le contaron que debían regresar con Benjamín, para
liberar a Simeón y para poder comprar más alimento. Pero Jacob no
reaccionó bien a esa noticia.
En este
momento, vemos a Rubén tratando de tomar un lugar protagónico, como primogénito
de Jacob.
Probablemente
Rubén estaba tratando de congraciarse con Jacob, ya que luego de haber pecado
contra su padre, cayó en desgracia (Génesis 35.22).
Jacob siguió
mostrando preferencia por los hijos de Raquel; él prefirió correr el riesgo de
perder a Simeón que a Benjamín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario