UN MOMENTO CON DIOS
Los peligros del
resentimiento.
“Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: «Tal vez José nos guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos». Por eso le mandaron a decir: «Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones: “Díganle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él”. Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre».” (Génesis 50. 15 – 17)
Uno de los ejemplos más
hermosos de un espíritu perdonador se encuentra en el libro de Génesis. A pesar
de ser víctima de los celos, las malas intenciones, la conspiración
malintencionada y el desprecio egoísta, José tuvo una actitud de perdón que es
poco común y difícil de imaginar para muchos de nosotros. Al reaccionar de esta
manera ante los maltratos, José demostró que era un hombre de fe que entendía
cómo dejar de lado el resentimiento y aferrarse al perdón.
Si nos negamos a perdonar, sufriremos
consecuencias dolorosas:
1. Tendremos
dificultades para lidiar con el mal que nos han hecho. En vez de
entregarlo al Señor, repasaremos una y otra vez el agravio y reviviremos el
dolor.
2. El resentimiento
echará raíces en nuestro corazón y mente, permitiendo que la amargura
crezca.
3. La negatividad
comenzará a afectar otras áreas de nuestra vida, tales como las
relaciones, las emociones, las actitudes e incluso la salud física.
4. Entonces los
sentimientos de desasosiego nos privarán de gozo y contentamiento. Podemos
parecer exitosos para el mundo, pero en el fondo, la paz de Cristo está
ausente.
5. Una acumulación de
malos sentimientos comenzará a dañar nuestra salud emocional, lo que a su
vez obstaculizará nuestra capacidad de amar y ser amado.
6. Con el tiempo,
la desdicha echará raíces. Al punto de que puede volverse tan grande que
podríamos recurrir a las drogas, el alcohol, las relaciones extramaritales o la
dedicación excesiva a una profesión para sentirnos mejor.
Lo bueno es que esta espiral
descendente puede detenerse en cualquier punto del camino eligiendo perdonar.
Si nos resulta difícil abrir nuestro
corazón, puede ser valioso aceptar la ayuda de un consejero cristiano o un
pastor.
Dios les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario