UN MOMENTO CON DIOS
El poder del nombre de Jesús.
“Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan14. 13)
Orar en el nombre de Jesús
expresa nuestra relación con Cristo y también nuestro derecho, a través de ÉL,
de acercarnos al Padre directamente.
También declara nuestra:
Autoridad de pedir a Dios. El
Cristo glorificado está ahora sentado a la diestra de Dios Padre, donde
intercede por todos nosotros y sirve como nuestro Sumo Sacerdote: “Por eso
puede salvar para siempre a los que se acercan a Dios por medio de él, pues
vive para siempre, para rogar a Dios por ellos.” (Hebreos 7.25). ÉL nos ha
encomendado venir y pedir lo que necesitemos.
Estas palabras nos autorizan
para entrar al trono de la gracia en cualquier momento para hablar
personalmente con el Padre. A todos los que han recibido a Jesucristo como Salvador,
el Señor les ha concedido el derecho de usar Su nombre.
Aceptación de los propósitos
de Dios. Basados en nuestro parentesco con Jesús, tenemos acceso al Padre
y podemos hacer peticiones con la autoridad de Cristo. Pero, para utilizar el
nombre del Salvador, debemos también estar de acuerdo con los propósitos de Dios.
Orar en el nombre de Jesús
significa que estamos pidiendo de acuerdo con SU carácter y Su voluntad.
Como siervos de Dios, nuestra
prioridad debe ser obedecerle y llevar adelante Su obra.
Debemos hacer la voluntad del
Padre, no la nuestra.
Al permitir que Su Palabra
more en nosotros, que llegue a ser parte de nuestro pensamiento y de nuestra
norma de vida, aprenderemos a orar en conformidad con SU plan.
Seguridad de una
respuesta. En el nombre de Jesús es una frase de confianza. Es una
confesión de la seguridad que tenemos de que nuestras oraciones serán oídas y
respondidas.
Cuatro sencillas
palabras, 'en el nombre de Jesús', que mueven poderosamente el corazón y
la mano del Padre Celestial. La oración es un grandioso privilegio de los hijos
de Dios. Utilicémosla bien.
Dios les bendiga
abundantemente.
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